martes, 12 de mayo de 2009

El Vapor Deimos





El Vapor Deimos
Ramón Acuña González


Dedicatoría:


A mi hija Maria, luz de mis ojos y prolongación de mis sentimientos. Estoy seguro que cuando le llegue el momento, sabrá que hacer con todo esto.
Introducción

De todos los cabos del mundo por los que he tenido la suerte de pasar, ninguno ha tenido para mí, el impacto del cabo Villano, en la entrada de la Ría de Camariñas y punto central da Costa da Morte. Aún hoy cuando lo remonto, noto en mi interior la fuerza de aquel amanecer en que a finales del año 1964 lo descubrí por primera vez saliendo de entre la niebla de la mañana, sentado sobre los encerados de la bodega número 3 del vapor Deimos al abrigo de la habilitación del barco, aterido de frío y pelando un cubo de patatas que formarían parte del rancho de la tripulación.
La marina mercante española de aquellos años, en gran parte, estaba formada por viejos barcos de vapor, Alemanes e Ingleses la mayoría de ellos, muchos de los cuales ya habían hecho la primera guerra mundial y que al término de la guerra española se encontraban semihundidos a consecuencia de la misma, por muchos puertos españoles.

El Deimos fue uno de ellos, construido en Inglaterra en el año 1912 acabó en el puerto de Castellón semihundido por la aviación del ejército sublevado que más tarde lo recuperaría para superar las penurias que su propia acción le imponía, pero eso forma parte de otra historia que no viene al caso.
La imponente majestuosidad de la linterna sobre la piedra granítica, la niebla fantasmagórica del amanecer y los pocos años, hicieron que esa imagen perdure con fuerza en mi memoria.
Los tiempos no son los mismos, la necesidad de su paso no está motivada por la obligación, el trabajo y las necesidades de aquel tiempo y sí por el placer. El frío, la lluvia, el viento y el miedo, llegado el caso, pueden ser los mismos pero ahora forman parte de otro ritual.
Por todo aquello, aún hoy, cuando comienzo a divisarlo no dejo de notar el frío de aquel amanecer de finales de 1964.


Capítulo primero: El embarque

-Pero vosotros que pensáis, -exclamó el viejo capitán- ¿Creéis que se puede mandar un barco con la tripulación que me estáis enviando últimamente?
Don Ramón, el capitán del Deimos señalaba en dirección a una cosa menuda, sentada sobre su maleta de cartón, forrada de tela a cuadros, en la que llevaba todas sus pertenencias: un jersey de lana tejido por su madre, una camisa que no permitía un recosido más, unos calcetines de los que ya no se podría decir cual era el hilo inicial de su tejido y unos calzoncillos hechos a toda prisa la noche anterior y que habían formado parte de un retal del remiendo de una sábana. Tenia 15 años recién cumplidos, llevaba trabajando desde los 12 años. Como pinche en una carpintería en la que lo utilizaban de bestia de carga, en una carnicería en la que acabó enfermando de ver tanta sangre junta y tanta brutalidad y como peón en una fábrica de baldosas, en la que cada vez que tenía que descargar un camión de cemento en sacos de 50 kg. su cuerpo menudo quedaba dolorido hasta la próxima descarga. De modo que sus muchas fantasías y la necesidad de dejar atrás una vida en la que no esperaba futuro, le hacían ver la plaza de marmitón en un barco, por la que tanto había esperado, preguntando una y otra vez, como una verdadera liberación.
-Hay que joderse- gritó mirando al cielo-¿Ahora voy a tener que hacer de niñera también? -
Os aviso, si el cocinero no se hace cargo lo vais a tener que traer vosotros de San Esteban.
-Mañana de madrugada salimos y no tengo ganas de hacer de repartidor de vuestros paquetes.

-Y recordar que estamos sin mayordomo, así que en Sevilla sin falta quiero ver como sube por la escalerilla ese tripulante.
Las palabras del capitán en los oídos del muchacho, sonaban como una bomba y no quería pensar ni por un momento que el citado cocinero no quisiera hacerse cargo de él y tener que volver de nuevo a lo ya conocido.
Después de toda una vida como capitán en barcos de mayor porte, en la ruta de la península a la isla de Cuba en los años dorados de la emigración a la colonia, ahora se encontraba que le habían dado el mando de un pequeño carbonero, un candray en la jerga, como colofón a toda una vida de trabajo para la compañía. Los años no perdonan y la juventud viene empujando con gran fuerza, arrinconando al viejo capitán vasco a un lugar en el que no se sentía nada cómodo y acababa pagando con su tripulación las amarguras de su vida.
-¡Venga chaval!, -dijo don Ramón al nuevo marmitón de su barco- Coge tú maleta y tira, vamos a ver que se puede hacer contigo. ¿Sabes si te mareas? que también jodería que te me mareases ya en el viaje hasta San Esteban.
-No señor –le contestó en un hilo de voz el muchacho-, y emprendieron la marcha escaleras abajo.
Don Ramón, delgado, fibroso, con su gabardina blanca anudada a la cintura, sus zapatos recién lustrados, su traje azul y su chapela vasca, daba el aspecto del clásico lobo de mar, la autoridad máxima sobre el barco y proyectaba esa imagen a sabiendas de su autoridad.
A la puerta de la vieja casona en donde tenía su sede las oficinas de la naviera Asón, esperaba un coche. Le pareció al muchacho el coche más bonito que había visto en su vida. Él que el viaje más largo que había hecho en su vida había sido desde Ribadeo a Avilés, Avilés a Ribadeo con un billete de tercera, ahora iba a viajar en un coche, un Citroen 11 ligero, un taxis de la localidad, pero eso no importaba, era un coche particular y él estaba a punto de subirse a para comenzar el viaje de su vida.
Don Ramón se acomodo en la parte trasera, delante, al lado del conductor sentaron al muchacho, él cual puso sobre sus rodillas su maleta de cartón y el coche inició la marcha pendiente abajo.
La salida de Avilés le agradaba doblemente, ahora encaminaban la avenida de galicia, la misma que le conducía a Ribadeo y por unos momentos podía pensar que lo que estaba haciendo era regresar y lo estaba haciendo en un coche particular, nada que ver con un coche de línea y con un billete de tercera.
La carretera sinuosa, cuajada de carros tirados por animales. Los campos verdes, sembrados, coloridos. Los castaños y pinos del borde de la carretera ponían límite por momentos a sus ansias de ver. Largo, muy largo se hacía el camino, tenia ganas de llegar, de ver su barco, su nuevo hogar.
Iba a ganar mucho dinero, podría comprarse ropa, permitirse algún capricho, comprarse libros y estudiar, de modo que el viaje se estaba haciendo eterno y le consumían las ansias de comenzar su nuevo trabajo.
Sabía que no lo tenía nada fácil, la vida en los barcos era difícil, los hombres rudos, el mar no era una cosa para tomárselo a broma y las jornadas las presumía agotadoras y además había mentido, se mareaba. Lo sabía de sus viajes a Ribadeo en los cuales el estómago amenazaba con salírsele por la boca a cada curva. Ahora confiaba en que el viaje sería más corto, iba con otra ilusión y además el coche era un coche precioso, negro, brillante, señorial, un coche como solo se podría fabricar en aquellos años así que por tanto, con un poco de suerte y con la ilusión mantendría alejado el mareo y Don Ramón podría continuar sentado como un señor en la parte de atrás, sin ningún contratiempo.
San Esteban de Pravia era el puerto de salida natural del carbón de las cuencas mineras asturianas. Hasta allí llegaban los vagones repletos de carbón tirados por locomotoras de vapor que a su llegada cubrían todo el puerto de un humo espeso que hacía picar los ojos. Allí, en el puerto, los vagones se alineaban en varias vías paralelas, desde donde una gran grúa, los recogía y mediante un dispositivo de volcado vaciaba su contenido sobre las bodegas de los barcos que cargaban en ese puerto.
En aquellos años San Esteban era un pueblo de continuo movimiento, los barcos se acoderaban en sus muelles a la espera de ser cargados con el preciado carbón de piedras grandes, muy distinto al que se suministraba a los hogares para su consumo de, trozos pequeños, demasiada morralla y alguna que otra piedra por el medio para hacer que el producto pesase y engordar los bolsillos de los carboneros. Aquel carbón negro y reluciente como el azabache, se cargaba principalmente con destino al sur de España, en barcos de mediano porte desde donde regresaban cargados de trigo, sal o piritas de Huelva, para los puertos del norte.
El coche enfiló la cuesta del fielato y se detuvo frente a la verja que delimitaba las instalaciones portuarias. El conductor se apeó del vehículo abrió con delicadeza la puerta de atrás, para que se bajase el capitán, el cual dirigiéndose al muchacho le conminó a que cargase los bultos que él traía, así que cargando su maleta en una mano y en la otra los bultos de los encargos del capitán emprendió la marcha tras el paso rápido y seguro de este.
-Suerte chaval, -dijo el taxista como despedida- Pero recuerda que es más seguro pisar siempre donde pisa la vaca.
-Gracias señor, -le respondió el chico- lo tendré presente.
-Ten cuidado y mira donde pones los pies, -le advirtió el capitán- pisa en las traviesas de los raíles y no tropieces. Cruza cuando estés seguro de que te dará tiempo a cruzar antes de la llegada de un nuevo tren.
El capitán, con las manos en los bolsillos saltaba de una vía a otra con la agilidad de quien se ha pasado toda la vida entre las dificultades de los puertos. Detrás con paso vacilante corría el chico.
Pasadas las vías y llegado a la línea de los bolardos, desde donde los barcos afianzaban las amarras, el chico dirigió la mirada a la gran grúa, que en ese momento levantaba un vagón del ferrocarril cargado hasta los topes de carbón. La imagen le pareció colosal. Un vagón del tren, con su carga, suspendido por una grúa y volando sobre su cabeza. ¡Nunca había visto nada igual en su vida!.
Al bajar la vista al barco sobre el cual volcaban los vagones, su corazón dio un vuelco. En la popa, pintado en letras blancas sobre el negro de su casco se podía leer el nombre, Deimos y un poco más abajo el puerto de su matrícula, Bilbao. Era un barco precioso, enorme, escorado a la banda de babor por el peso del carbón sin estibar y echando el humo de la combustión de sus calderas, por su enorme chimenea también negra.
-¡Venga chico, -gritó de nuevo Don Ramón- no te duermas que es para hoy, y no tenemos todo el día!.
Las palabras de D. Ramón le sacaron de su ensoñación, mientras este subía ya por la pasarela del barco, de modo que no le quedó más remedio que apurar el paso para seguirle.
La tripulación del Deimos estaba formada además de por su capitan D. Ramón, por una abultada dotación, muy común en aquellos tiempos en los que la fuerza bruta predominaba sobre todas las cosas, la técnica era la gran desconocida, los medios materiales, escasos, y por otro lado sobraban hombres:
· Tres oficiales de puente.
· Un jefe de Máquinas
· Tres oficiales de Máquinas
· Un contramaestre
· Un calderetero
· Un mayordomo
· Un cocinero
· Dos camareros
· Tres engrasadores
· Tres fogoneros
· Tres marineros
· Dos mozos (ayudantes de marineros)
· Dos marmitones (ayudantes del cocinero)
· Y León, un perro (se había colado un día de polizón abordo y ahora se paseaba por el barco como si fuese su propietario, sin que el subir y bajar por la pasarela eximiese a quien lo hiciera de los consabidos ladridos. No tenía raza determinada, era tan negro como el carbón que se cargaba y lucia sobre su pelo toda la mugre y grasa de la que fué capaz de acumular desde su subida al barco).
Veintisiete almas y un perro, metidos en un amasijo de chapas de acero roblonado en la Inglaterra Victoriana, movidos por una máquina alternativa de vapor que a 85 rpm. era capaz de hacer avanzar el barco a una velocidad de 8 nudos, considerada bastante normal para la época y que a su lento caminar iba dejando tupida estela de espeso humo negro.
La disposición del mismo era también la clásica del momento, a proa un rancho, un lugar húmedo y frío. Un mamparo de acero longitudinal dividía la zona en dos, separando el personal de cubierta y el de máquinas. La pintura sobre el acero desnudo tenía el color confuso del paso del tiempo. Cuatro hileras de literas con acomodación para dieciseis personas con sus correspondientes taquillas. Más a proa y con acceso desde estos dos compartimentos unos lavabos. Por el centro y para dar sinfonía con su constante golpear en las noches de tormenta, bajaban los escobenes de las cadenas. Este era el lugar en donde dormía marineros, mozos, fogoneros y engrasadores.
Separando la habilitación principal de la oficialidad y maestranza, las bodegas uno y dos. De banda a banda de las bodegas fuertes vigas de acero laminado roblonado soportaba los cuarteles, eran estos pesadas piezas de madera de dos metros por uno que precisaban de la fuerza de dos hombres para colocarlos, y que cubiertos por cuatro encerados, uno sobre el otro, intentaban hacer estancas las bodegas a los golpes de mar, los aguaceros y a las mas de las veces en las que la bodega número uno iba bajo el agua.
Los oficiales y la maestranza compartían la parte central del barco, la más cómoda. Bajo el puente, el capitán disponía de un camarote independiente compuesto por un salón despacho con entrada desde cada banda del barco y a resguardo de los pasillos del puente. Ya en el despacho dos puertas daban acceso, una a un pequeño baño con ducha independiente, y la otra a su lugar de descanso. La decoración estaba compuesta de cuadros de cartas marinas, las paredes forradas de caoba, los sofás de cuero inglés sobre un mullido de crin de caballo, lámparas de bronce atornilladas a los mamparos y una gran cama en un rincón con balanceras para no caerse en la parte expuesta, sobre una cajonada labrada de caoba.
Bajo el camarote del capitán dos pasillos recorrían la habilitación central del barco de proa a popa. A las bandas, los camarotes, la banda de babor para los de máquinas y gambuza, como se denominaba al personal de cocina, la de estribor para los de puente y maestranza. A proa y entre los pasillos, la sala y comedor de oficiales con acceso desde los pasillos y con portillos a la zona de proa. La decoración similar a la utilizada en el camarote del capitán, una mesa en una banda que siempre presidía el viejo, nombre cariñoso utilizado para el capitán, un sofá de cuero negro en esquina para el descanso de los oficiales. A continuación un espacio, el guardacalor, por donde salia el asfixiante calor de la sala de máquinas hasta la cubierta superior. Siguiendo esta línea estaba la cocina, era un habitáculo de unos 15 metros cuadrados y con acceso desde ambos pasillos, la luz cenital pasaba a través de una claraboya en el techodel centro de la estancia. Una cocina de carbón, unas alacenas para guardar los peroles, un fregadero de acero y un banco corrido pegado al mamparo de popa y en el que a horcajadas se sentaban contramaestre y calderetero a las horas de las comidas y les hacia la función de mesa.
A popa, después de las bodegas tres y cuatro, se encontraba la gambuza. Era este el lugar en donde se estibaban las provisiones. Tenia acceso directo desde las bandas y en su interior además de la cámara frigorífica se ubicaban también los guardines del timón. Con lo cual, un lugar peligroso en el que había que andarse con cuidado de no quedar atrapado en uno de los golpes del timón.
La vida en los barcos tiene sus propios horarios, antes de las 8 de la mañana el desayuno, a las 12 la comida principal, a las seis de la tarde la cena y así un día tras otro, una semana tras otra, un mes tras otro.
El capitán bajaba por la escalerilla desde la cubierta superior y se introducía por el pasillo de estribor seguido a duras penas por el chico, que no era capaz de asimilar todos los lugares por los que pasaba. Pensaba en sus adentros que si ahora lo dejasen solo sería incapaz de encontrar la salida.
El cocinero, con mandil blanco y chaqueta del mismo color sobre un pantalón de cuadros azules y blancos se afanaba sobre los peroles de la cocina, cuando el capitán entró en ella.
-Buenas tardes –le dijo sonriente- te traigo el nuevo ayudante, tú verás lo que puedes hacer con él.
El cocinero dirigió su mirada al chico que se encontraba en el quicio de la puerta sin atreverse a entrar.
-No se preocupe D. Ramón, mejor si es la primera vez, de este modo pondrá más interés y además no vendrá maleado. Ya veremos como resulta, si no es de nuestro agrado con tirarlo al agua lo tenemos todo resuelto – respondió el cocinero a la vez que sonreía al capitán.
-Qué tenemos para cenar – preguntó el capitán- a la vez que levantaba una de las tapas de la tartera, para mirar lo que se cocinaba en ella.
-Marmitako de primero y filete de patatas de segundo, mi capitán –respondió el cocinero
-Pues venga, que van a ser las seis y tengo hambre- respondió.
Salió por la puerta contraria a la que había entrado y se perdió caminando por el pasillo en dirección a la cámara de oficiales. El cocinero en ese momento miró al chico y se quedó pensativo durante unos instantes.
-Vamos chico, ven que te indicaré cual es tu camarote. Coloca allí tus cosas y cuando termines ven a ayudarnos, que tenemos que empezar a repartir la cena y el capitán tiene hambre, ya lo has oído- ordenó.
Atravesaron la cocina y al otro lado del pasillo el cocinero abrió la puerta de un camarote. Al abrirla y mirar su interior: dos literas cubiertas de ropa sucia, y un armario, a la banda de babor frente a la puerta, una mesa de escritorio revuelta, con restos de comida, en el mamparo de proa.

A la izquierda pegado al mamparo de popa, un lavamanos de loza que de tanta mugre que tenía era imposible conocer su color. Sobre el lavamanos un espejo y al lado de este un quinqué de bronce montado sobre un cardan, que sobresalía sobre todas las cosas, era lo único que brillaba con luz propia en todo el camarote. La luz entraba por un portillo de bronce sobre la segunda litera, en lucha por abrirse paso con los amasijos de ropa.
Pese a todo, el camarote le pareció al muchacho un lugar cómo y agradable, era mucho más de lo que esperaba, sin duda las cosas iban a ir bien.
-Tu compañero de camarote, no sé que cojones está haciendo en la gambuza, -dijo el cocinero- cuando regrese ya te indicará cual es tu litera y tu armario. Entre los dos os ponéis de acuerdo, ¿vale?.
Tras decir esto, salió del camarote cerrando la puerta y dejando al chico en medio con su maleta de cuadros en la mano. De modo que puso su maleta sobre una de las literas, se quitó la chaqueta que llevaba puesta y tras doblarla la guardó en la maleta. Tomó aire y salió al pasillo para incorporarse a su nuevo trabajo.
El cocinero apoyado sobre la puerta de estribor de la cocina repartía directamente desde la marmita a los platos de aluminio que le iban pasando los marineros, y que en fila aguardaban su turno alineados en el pasillo de estribor.
Sentados a horcajadas sobre el banco de la cocina estaba dos hombres mayores. El más joven no bajaba de los 65 años, o al menos eso fue lo que pensó el muchacho, estaban comiendo con sus platos de aluminio sobre el banco. Estaban sucios del carbón que se cargaba y más que marineros parecían hombres salidos de una mina y hambrientos, por la forma de comer. Se trataba del contramaestre, el mayor, y del calderetero y que al ser considerados personal de maestranza tenían el privilegio de comer en la cocina. Los otros, cada uno se las apañaba como podía una vez cogido el plato con su ración de comida, unos sobre las bodegas, al resguardo del guarda calor a la salida del pasillo, otros en el mismo pasillo, de pie, apoyados al mamparo y a cubierto del polvo del carbón que se cargaba y que pese a cerrar las puertas estancas se filtraba por los ventiladores y portillos mal cerrados.
-Buen provecho –dijo un poco apocado- ¿Qué tengo que hacer?
-Abre uno de esos cajones, ponte uno de esos mandiles y lava lo que hay amontonado en el fregadero- le respondió el cocinero, sin levantar la mirada de lo que estaba haciendo.
Los viejos marineros continuaron con su comida sin prestar la mas mínima atención a quien había entrado, absortos como estaban en dar cuenta a su plato de marmitako, que así a primera vista y por el olor que desprendía la cocina, tenía pintas de estar muy bueno. La vista de la comida en los platos le hizo recordar que solo había tomado un poco de café negro antes de salir de su casa y que llevaba todo el día sin comer, pero eso no era ningún problema, tampoco sería la primera vez que se acostase sin nada que llevarse a la boca y hoy presumía que no iba a ser el caso.
Se apresuró a colocarse el mandil y comenzó a fregar una pirámide de tarteras, espumaderas, cazos y toda suerte de utensilios de cocina que se habían utilizado para hacer el rancho de la cena. Los comensales de la izquierda también dieron buena cuenta del segundo plato y al terminar tiraron sobre el fregadero los platos de aluminio que habían utilizado para que los fregase. Movieron el banco y se sentaron uno al lado del otro con la espalda pegada al mamparo.
-¿De donde eres chaval?- preguntó el mayor de los dos
-De Ribadeo, señor.
-¡Hombre, la pequeña república! Tranquilo chaval, te gustará esto ya verás, -le respondió
El hombre tenía la cara tiznada de carbón, una boina raída que no se había quitado ni para comer, sobre la camisa también sucia una chaqueta de indescifrable color, pantalones con algún que otro remiendo y calzaba unos zuecos de madera a las que un buen zapatero había cosido alrededor de su empeine un trozo de la cámara de las ruedas de un coche, con lo que el hombre se había fabricado unas botas de agua. Aparentaba más de 80 años, pero solo pasaba un poco de los 70. Había navegado, como el viejo capitán en los vapores de la ruta de cuba, pero la tacañería de la compañía que no había pagado unos años del montepío, le obligaba a continuar en aquel barco a la espera de completar los años precisos para poder jubilarse. El viejo contramaestre soñaba constantemente con su familia y su tierra de la Palmeira en la ría de Arosa a la cual esperaba poder regresar al finalizar su embarque. Miró al techo y se quedó un rato en silencio al cabo del cual se incorporó y mirando a su silencioso compañero hizo ademán de iniciar la salida.
-¡Vamos, caldereta! Baja a la máquina y pica el caballo que tenemos que empezar a arranchar y necesitamos baldear la cubierta- exclamó en su salida.
El calderetero continuaba sentado con la espalda apoyada al mamparo, era un hombre delgado, vestía una camisa de cuadros y un pantalón con manchas de grasa. De uno de sus bolsillos sobresalía un mazo de cotón al que con frecuencia recurría para limpiarse manos y cara. Calzaba zapatillas de esparto que en algún tiempo debieron de ser azules. Sin decir media palabra se incorporó y salió de la cocina por la misma puerta por la que había salido el contramaestre.
La pirámide de cacharros parecía no tener fin. Agua, jabón esparto y arena eran incapaces de quitar tanta grasa. El ruido de las máquinas, el carbón al caer desde el vagón a la bodega del barco, los marineros por el pasillo dando cuenta de su rancho, ensordecía el ambiente.

Enfrascado como estaba no prestó atención a la entrada de una nueva persona a la cocina.
-Menos mal, ¿Qué carajo has estado haciendo tanto tiempo?- gritó el cocinero.
-Arranchando las cosas en la gambuza. ¿Y éste quien es?- preguntó el recién llegado.
-El nuevo marmitón, así que ponlo al día y poneos de acuerdo entre los dos para repartir el trabajo.
El reparto del trabajo es un eufemismo utilizado por quien ya está y conocido por quien llega, que quiere decir más o menos que el que está tiene patente de corso para delegar las tareas más pesadas en el que llega y este las ha de asumir sin poner mala cara, de modo que dicho todo, esto el reparto fue de lo más sencillo. El recién llegado asumiría las tareas de fregar, limpiar, pelar las patatas, limpiar el pescado, cargar la gambuza, etc… ah!... y lo más importante, a la hora de reponer el carbón para la cocina, el que tenía que meterse en la carbonera era el recién llegado.
Terminado el reparto de la cena y una vez acabada la limpieza llegó la hora de reponer fuerzas.


El rancho le pareció una comida extraordinaria a la que no estaba acostumbrado y se preguntó si todos los días seria así.

Capítulo segundo: La Navegación
Tumbado en mi litera noto como el barco se balancea lentamente, pausada y rítmicamente. El portillo del camarote se introduce bajo el agua cada vez que el barco cae sobre esa banda, dejando ver la oscuridad y la profundidad del mar. El miedo me atenaza el estómago y la cena del día anterior puja por salir por el mismo lugar por el que había entrado.
Habíamos salido de San Esteban de madrugada y ahora nos encontrábamos navegando por el cantábrico con un rumbo que nos llevaría a pasar cerca del cabo Estaca de Vares, punto de referencia desde el que se tomaría rumbo a las Islas Sisargas, preludio de un nuevo punto de referencia, soñado por los navegantes, el faro Finisterre. Desde allí, la próxima vez que se vería tierra sería al paso por las Islas Berlingas, ya en la costa portuguesa y el siguiente punto sería San Vicente para enfilar desde allí a San Lucas de Barrameda, desembocadura del Guadalquivir y puerta de entrada al puerto de Sevilla, en cuyo muelle de la paja se descargarían las 2000 tm de buen carbón de las minas asturianas para el suministro de las cocinas andaluzas.
Atino a ponerme de pie de un salto y salgo corriendo al pasillo en demanda de un retrete en el que poder dar salida a las nauseas que se agolpan en la garganta.
-¿Qué pasa chaval, te mareas?- preguntó con cierta socarronería un marinero con el que se cruzó en el camino, a lo que como respuesta se escuchó un murmullo de risas de los que andaban cerca.
La primera navegación es siempre la mas recordada, y el paso por las islas Berlingas en un amanecer brumoso, con la costa de Peniche a babor y la luz del faro de de la isla prisión por estribor es algo que permanece imborrable en la memoria y motivo de añoranza cada vez que me encuentro en las proximidades de sus aguas.
Sevilla a finales del mes de Mayo luce alegria de unas cercanas fiestas de abril y resplandece en sus jardines de Maria Luisa, su plaza de España y su famosa calle de Sierpes, centro neuralgico de la vida Sevillana en los los sesenta.

El Laion en la Copa America


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El Laión en la Copa America

Pese al pequeño contratiempo de la borrasca que ha pasados por esta zona y que nos impidió salir el viernes como estaba previsto, el Laion está preparado para salir rumbo a Valencia. Espero tener tiempo durante la travesía para hacer un relato pormenorizado de lo que acontezca, pero entretanto os invito a que os deis un paseo por la página del GAVEA para que tengais información general de lo que representa este proyecto.
Por fin el pasado miércoles pudimos salir de Ribadeo Rumbo a Vigo. Al final las cosas se complican, pero del mismo modo se van solucionando y poco a poco ha quedado todo más o menos decente para poder salir.
La salida de Ribadeo la hicimos a las 8 de la tarde y despues de 26 horas de una tranquila navegación con vientos del nordes de 30 nudos entre Sisargas y Finisterre nos hicieron dar algunas planeadas de 12 nudos, lo cual no está nada mal para un barco de las características del Laion.
A las 10.30 PM del día17 ya estábamos amarrados en el club náutico de vigo, en donde como estaba previsto al día siguiente se presentaron los de Toldos Orca a primera hora para hacer las nuevas fundas y capotas (alguien preguntaba hace días para hacerse una capota, así que a la vista del trabajo, la eficiéncia y la seriedad, yo es recomiendo Toldos Orca)
Las prisas no son buenas consejeras, por lo que despues de haber trabajado en el taller hasta altas horas del día de ayer, hoy hubo un pequeño problema que tienen que subsanar, así que hasta el lunes por la mañana no se terminarán los toldos y capotas.
La meteo para el lunes por la tarde da vientos del nordes de 30 nudos en esta zona y la costa de portugal, de modo que si todo sale como está previsto, el martes a media tarde saldremos con rumbo a Peniche.
A las 10.30 de la noche hemos entrado ne Peniche despues de una agradable navegación desde Vigo, desde donde salimos ayer a las 8.30 de la tarde.
Ha sido una navegación tranquila con un vientecillo del norte nordes y con una ola de mar de fondo del noroeste bastante incómoda, pero aún así, agradable.
Como anecdotas destacables el que la driza de mayor se nos ha vuelto a atascar y hemos tenido que izarla con el amantillo y que la tripulación, por aquello de que nuestro destino final es Valencia, quisieron salir de Vigo despues de dar cuenta de un buen arroz caldoso, el cual a primeras horas de la madrugada y aún sin digerir tapaba los anuncios de los costados. Parece ser que los que se incorporaron en Vigo no tenían aún el cuerpo amarinado.... eso es lo que dicen, pero sin mencionar para nada las botellas de albariño de las que dieron cuenta.
Mañana a media mañana saldremos para Lagos o Vilamoura, dependiendo un poco de como estén las condiciones al doblar el cabo San Vicente.
Después de una buena cena a base de pescadito a la plancha regado con buen viño verde y sin haber localizado el "siento dous", despues de un merecido descanso, una buena ducha el desayuno correspondiente y el haber subido al palo para solucionar "a medias" un problema que tenemos con la escota de mayor, salimos de peniche a las 13,30 hora española con destino a Lagos o Vilamoura.
El tiempo está perfecto, al fin estamos viendo algo de sol y tenemos un viento del norte-nordés que nos está empujando a 6.5 nudos. Parece que hoy vamos a tener un buen día de navegación.
Afortunadamente el barco está respondiendo muy bien y salvo los problemas de la driza y los cortes de las velas que no han sido muy afortunados, el resto está ok.
La tripulación está respondiendo muy bien y parece que ya están amarinados.... ya veremos si las botellas del vinho verde no nos hacen perder el amarinamiento......
Muchas gracias a los que nos enviáis las palabras de ánimo y sin duda nos veremos en nuestras paradas. Lo bueno es que BEGANO nos ha cargado tanto el barco de bebidas que incluso hemos tenido que dejar en Vigo parte de la carga, así que ya sabeis..... os esperamos con sed.
A las 13 horas hemos pasado el Cabo San Vicente y de común acuerdo se ha decidido no entrar en Lagos y continuar al estrecho aprovechando que el tiempo que tenemos es perfecto.
Las condiciones del mar son inmejorables, con un viento que nos entra por la aleta de estribor y que ayudados por un poco de motor a 1200 rpm. nos da una un andar de alrededor de 7 nudos. La previsión es pasar el estrecho en la tarde de mañana y entrar a descansar en cualquiera de los puertos de la zona de málaga.
El personal continua contento, bien bebido y bien comido y con la moral alta.
Nos encontramos frente a Trafalgar despues de una navegación de placer por el golfo de Cadiz.
Tanto el día de ayer como la noche ha sido perfecta y solo durante la madrugada hemos tenido unos chubascos que nos hicieron poner los trajes de agua. Ayer incluso nos permitimos tomar el sol tumbados en la toldilla. La verdad es que estamos teniendo un tiempo magnífico.
En estos días he ido descubriendo que hay cosas que los colegas ocultamos y que son verdaderamente gratificantes, así el colega Carlos ha resultado un cocinero de primera que con sus sopicaldos hace que las noches de guardia se pasen más confortables, Tardío prepara unos entrantes regados de buen vino que nos tonifican y Manuel nos ameniza las tardes con su guitarra, así que la verdad es que poco más se puede pedir..... bueno, por pedir .... siempre falta algo.... Estoy seguro que alguno se preguntará que papel me toca en esta fiesta, así que he de reconocer que como ni sé cocinar, ni toco la guitarra, lo mio es fregar los platos, pero tiene que haber gente "pa to".
Hoy a las 16.30 hemos pasado al través de Punta Europa y ahora estamos a dos horas de entrar en Estepona.
Hemos tenido, como dicen algunos, una navegación de mercante, pero a vela...
La salida de Peniche la hicimos con buen viento y y nos duró casi hasta el Cabo San Vicente, con buena már y viento constante.
Esta pasada madrugada en el golfo de Cadiz hemos tropezado con alguna que otra tormenta de aparato eléctrico y bastante agua pero las capotas que nos hicieron en toldos Orca han cumplido su función y hemos navegado secos.
La idea para estos días es descansar hoy y salir mañana a media tarde con destino a Almerimar. Ahora ya nos vamos a tomar las cosas con más calma ya que la fecha tope para llegar a Valencia es en la tarde del día 31, así que creo que salvo que se compliquen mucho las cosas no tendremos problemas.
Estamos utilizando el canal 77, pero parece que nuestros cofrades no están mucho por la labor, veremos desde aquí si hay más suerte y vamos conociendo a los cofrades del mediterraneo ya que de otro modo no tenemos muchas oportunidades.
Acabamos de salir de Puerto Banús. Ha sido en el único sítio en el que nos confirmaron que nos suministrarían gas-oil. Resulta decepcionante coleccionar las separatas del Skiper relativas a los puertos, para al final no poder fiarte de ellas.
Con las coñas casi nos tenemos que quedar hasta el lunes para poder repostar.....
En fin, que afortunadamente hemos salido con una meteo no muy favorable, pero creemos que en caso de necesidad hay suficientes puertos desde aquí hasta Almerimar en donde poder meternos.
En estos momentos la navegación es un tanto incómoda con una ola de aleta que nos hace bailar el merecumbé (utilizando palabras del cofrade J.Aguirre). Llevamos puesta la mesana y el génova y vamos dando 7 nudos.
Y ahora la crónica de tierra, QUE NO SOLO DEL MAR VIVE EL PIRATA.
La pasada noche fué noche de relaciones internacionales. Ya se sabe que una de las actividades del Laion es dar a conocer su programa GAVEA, de modo que entre música de chunda chunda, humo y alcohol intentamos difundir el espíritu GAVEA a unas teutonas (leer bien, que no he escrito lo que habeis pensado). De lo que ya no estoy muy seguro es de lo que al final acabarian entendiendo ya que eran Noruegas y nosotros de noruego nada de nada, si al menos fuese el sueco igual hasta alguno se habría hecho, pero noruego....!!!!
La cuestión es que es difícil hacerse entender dado que las pobres se tenian que agachar para que pudiesemos decírselo al oido y la verdad, resultaba un poco cómico el vernos a nosotros de puntillas y a ellas casi arrodilladas, hay que decir en honor a la verdad que nosotros somos de la media corta española y ellas parece que estaban en la larga de su pais. En fin, que pasadas las 4 de la madrugada terminamos los cuatro tomándo la última en la bañera del Laión felices de haber llegado hasta aquí.
Bien, estamos en 36º28'12N 4º45'17W. Son las seis de la tarde y es hora de hacer el cambio de guardia.


Desde las 10 de la mañana nos encontramos amarrados en Almerinar.
La navegación desde nuestra salida de P. Banús ha sido muy entretenida ya que hemos tenido un viento de poniente con rachas de 40 nudos de viento real que nos regalaron algunas planeadas de 12 nudos en la madrugada.
Para evitanos males mayores habíamos decidido no izar la mayor ya que apesar de haber montado una portuguesa las trasluchadas por la noche no nos sientan nada bien, asi que solo con genova y mesana hemos venido haciendo una media de 6.5 nudos.Como anécdota del día tenemos el atascamiento del aseo de proa por parte del amigo Tardío, quien pese a decir que tenía diarrea, se perdió dos horas en el aseo y al final tuvo que pedir socorro al no poder desatascarlo.
El bricolage de la mañana al entrar en puerto ya os lo figurais, entre el amigo Tardío y el voluntario de Manu que dijo que él ya estaba acostumbrado a estas cosas llegó la mi..da hasta el salón, con perdón.
Hay que decir en descargo de Tardío que el culpable de todo es Carlos que con su dotes culinarias nos está echando a perder la línea a todos.
Pues bien, desde Almerimar con un buen sol, que por fin lo hemos visto y este viento que parece que no nos dejará salir mañana, nos vamos a tomar un respiro y descansar, además de que nuestra cofrade Polen nos ha hecho un plan de navegación que por nada del mundo nos queremos perder.
Nos encontramos en mitad del golfo de almería en posición 36º30'52N 002º25'02W, con una mar incómoda y un viento de poniente de entre 15 y 25 nudos de real, muy lejos de la fuerza 6/8 que daban para esta zona. La velocidad con genova y mesana está casi establecida entre los 4.5 y los 5.5 nudos, hemos apagado el motor nada más virar punta de las entinas y si no fuese por este meneo estilo batidora estaríamos como los reyes, pero es lo que hay.
Ayer se incorporó un nuevo tripulante llegado de galicia, así que esta mañana hemos hecho una pequeña escursión hasta el aeropuerto de Almería para entregar el coche de alquiler con el que se había desplazado. Abrigábamos la esperanza de conocer a nuestra cofrade Polen, que con su voz melosa nos tenía enbelesados, pero está claro que mi sino es que no llegue a disfrutar de la dulzura de la luz de sus ojos..... (perdonar la licencia poética, se ve que me está afectando este movimiento).
La cuestión es que nuestra cofrade es una mujer comprometida con su pueblo (el compromiso con la taberna es sobradamente conocido por todos) y parece que la noche electoral la dejó con una pequeña resaca. En fín, ella se lo ha perdido, es la segunda vez que me da calabazas, así que la próxima vez tendrá que ser ella la que se desplace al norte, para lo cual queda formalmente invitada.
Afortunadamente ya hemos empezado a tener contactos con los cofrades de esta zona y resulta verdaderanente reconfortante ver como no estamos solos en nuestro recorrido y que las llamadas de aliento y deseos de ayuda se van multiplicando. Esto hace que uno se sienta arropado y que forma parte de una familia bien avenida que se preocupa por el bienestar de sus miembros. Gracias.
Siendo las 12 horas del día 29 de Mayo del año del señor del 2007 y en la posición 37º32'03N 000º48'06W nos disponemos a arribar a islas hormigas en el cabo de palos en hora. Entretanto Carlos empieza a preparar el menú de hoy que mantiene en secreto y discute con Tardío que se ha autonombrado mayordomo de abordo y nos tiene requisadas las llaves de la gambuza. Por momentos no sé yo si hasta se lo tendremos que agradecer ya que de tanto dormir, tan poca actividad y el tanto comer será bueno a nuestras edades, lo de Manu es entendible ya que está en la edad y se le supone cierto desgaste.
La noche ha pasado muy tranquila, pero hemos tenido que encender el motor nada más rebasar el cabo de gata al haber caido el viento totalmente.
De común acuerdo se ha tomado la decisión de arribar a Torrevieja esta tarde y conocer un puerto más, por otro lado abrigamos la esperanza de que se nos acople la piratilla grimex, ya veremos si este puerto no le queda muy lejos y podemos disfrutar de su compañía.
Desde las cinco de la tarde estamos amarrados en la marina de Torrevieja, en un mal amarre que nos está haciendo bailar más de lo que hemos bailado en todo el viaje.
El año pasado cuando subí el Rasputín me clavaron en Santa Pola, este año nos han clavado en Torrevieja, está claro que esta zona está pensada para los guiris. Además han pretendido una vez más cobrarme la tarifa G5 que ya pagamos en nuestro puerto base, menos mal que aquí lo han entendido y al menos no nos lo han cobrado, el año pasado la respuesta de la responsable fué que si no estábamos de acuerdo que soltase amarras y.... "ancho es el mediterraneo".
Para más INRI hemos cogido la guía con la hélice al dar marcha atrás, así que tendremos que volver a echar mano del bueno de Manu para solucionar el problema.
Al final del viaje haremos un resumen de los gastos y los problemas con los que nos entamos encontrando en los puertos en los que estamos recalando, pero en principio me reafirmo en lo que dije el año pasado. Almerimar es el mejor puerto y el más barato de cuantos hemos ido tocando, como ejemplo ayer nos cobraron 13€ y hoy nos han cobrado 35, en almerimar un amarre de primera, aquí deberían de pagarnos por estar aquí.
Bien, será cuestión de darnos una ducha, salir a cenar y pensar en salir mañana zumbando para Moraira.
A las 9.30 hrb. hemos salido de Torrevieja. Nos ha defraudado un poco, ni habaneras ni gaitas.... con las ganas que teníamos de cantar.
Nuestra intención es entrar esta tarde en Moraira en donde embarcaremos a la cofrade Grimex que ya ha confirmado hace un momento que nos acompañará hasta Valencia, además allí tendremos la oportunidad de conocer a Carlos y a Alex, felices armadores del Tortuga, así que haremos patria y esta noche prepararemos una gran "QUEIMADA" a la que estáis invitados todos los cofrades que podáis acercaros.
Hoy, despues de la mala tarde de ayer en Torrevieja, sí se puede decir que estamos disfrutando del mediterraneo y tenemos un día de los de sol y moscas, lo malo, siempre ha de haber un pero, es que no hay nada de viento, pero bueno.... ya hemos tenido bastante estos días de atrás, así que hoy a disfrutar del sol.
Son las 11'00 hrb y estamos en la posición 38º05'20N 00º33'43W, en nada estaremos pasando entre el cabo de Santa Pola y la Isla de Tabarca. Me parece que fué ayer cuando el año pasado las estaba pasando moradas para entrar en Santa Pola con el Rasputín. Hay que ver lo masocas que somos, lo mal que lo pasamos a veces y lo mucho que disfrutamos cuando por fin estamos amarrados y lo podemos contar.
Creo que las mejores palabras son aquellas que para definir las cosas no necesitan de textos largos, así que la mejor palabra que conozco para definir el día de ayer es "GRACIAS".
Gracias Ales, Carlos, Amparo y Orazio por permitirnos conoceros, por el placer de vuestra compañía y por haber hecho que nos sintíesemos como en nuestra casa. ¿Qué digo?. ¡¡Mejor que en nuestra propia casa....!!!!
La noche fué muy corta, como cortas se hacen las cosas que nos hacen felices y solo sentimos la marcha de nuestros anfitriones que obligados por sus responsabilidades nos dejaron en las muy buenas manos de los cofrades Agua y Grimex.
Un dato solo que sirve para daros una pequeña idea del estado de felicidad alcanzado, es que a altas horas de la madrugada el amigo Tardio se dió un baño a plena luz de luna que nos dejó a todos con la boca abierta. En 30 años que conozco al individuo nunca le había visto tal arrojo, decisión y valentía, si bien la ocasión lo merecia....
Moraira, sin palabras... Merece un comentario largo que os prometo hacer tan pronto me sea posible. El amanecer paseando por sus calles es placer de Dioses y el baño en una preciosa cala cerca del amarre a las 8.30 AM en compañía de grimex, es algo que le hace a uno revivir. En fin... GRACIAS.
Como estaba previsto hemos entrado en la Marina de la ACM el día 31 a las 9 de la noche después de un dia de navegación desde Moraira.
Estamos atracados en el pantalan Bravo, amarre 12, para todos aquellos cofrades que queráis acercaros por aquí, además de que abusando de vuestra buena generosidad vamos anecesitar de algún cofrade o cofrada que esté dispuesto o dispuesta a navegar con nosotros y ayudarnos en las tareas de cargar y descargar al personal. Desde el lunes nos quedaremos solo dos personas y el Laion no es muy fácil de gobernar.
Aún no estamos recuperados del viaje y hoy ya empezamos con las actividades, así que tan pronto como me sea posible haré una crónica pormenorizada de todo lo acontecido desde nuestra arribada. Lo que sí os puedo anticipar es que nos sentimos completamente arropados por la cofrade GRIMEX, que está haciendo lo posible e imposible pare que no nos falte de nada.
Después de unos días en valencia y del final de la LV en el día de ayer, hoy nos encontramos con un día de descanso antes de continuar con las actividades del GAVEA, que no por haberse terminado la competición hasta el día 23 nosotros dejamos de hacer salidas.
Hoy sin ir más lejos tenemos una importante salida con los voluntarios y voluntarias de copa américa para agradecerles sus atenciones y desvelos, así que les haremos una "QUEIMADA".
Ayer en una más de sus muchas atenciones nos llevaron a un concierto en en Palau de la Música y no podemos por menos que dejar constancia de nuestro agradecimiento. Se preocupan por nosotros, nos acompañan en nuestras actividades y nos allanan el terreno si tenemos dificultades, la verdad es que son unos auténticos voluntarios.
Estamos pasando unos días muy agradables en Valencia, así que aprovecho para informaros de que hemos instalado una carpa en el paseo de la malvarrosa, al lado del hotel balneario, en donde estais invitados a conocer las actividades del programa GAVEA.
Separata de un tripulante del Laion:
Un saludo para todos los que leéis estas paginas, muchos de vosotros ya me conocéis y otros seguramente habréis oído hablar de mí y de mis innatas cualidades para el buen hacer en los fogones. Hoy por primera vez entro en este foro y si lo hago es ante todo para agradecer ncia a Ramón: gran patrón y mejor persona, a Tardio: un divertido, alegre y extraordinario compañero, a Manu: fuerte, valiente y sosegado vigues, aunque un poco inexperto guitarrista pero buen desatascador, a Israel: silencioso compañero de cámara cualidad que siempre es de agradecer, los buenos ratos que hemos pasado juntos, tanto en la mar como en puerto, tanto en los amaneceres con la mar encrespada, como en los amaneceres entre luces y música en algún chiringuito de recalada. Tampoco me puedo olvidar de las personas que hemos encontrado en el camino y que nos brindaron su hospitalidad y ayuda, aunque todos fueron excelentes no puedo menos que mencionar a la buena amiga Amparito que primero nos acompaño como tripulante, después nos guío y nos abrió las puertas de Valencia, que nos cuido con esmero, dedicación y encanto. Por ultimo agradecer a la gente que no conozco, ni se siquiera quien son, que a través de esta pagina nos mando su aliento y apoyo y su puntito de envidia (plenamente justificada)Como la mayoría habréis podido adivinar yo soy Carlos (el que faltaba)....efectivamente soy Carlos que por causas de la informática me he convertido en Nautor al no poder convertirme en Slocum que era el nombre con el cual quería definirme, por ser el que mas se aproxima a mi idea del mar. “Slocum”: gran marino mercante, armador, aventurero, amante de su familia y de la mar que fue su gran pasión y de la que jamás se pudo alejar. “ Slocum”: el que aparejo n viejo barco con sus manos y con un sextante y un gran corazón realizo en silencio lo que nadie tan siquiera se atrevía a soñar. De todas formas lo de “Nautor” tampoco me parece mal pues yo navego, he navegado toda mi vida y si Nuestra Señora del Carmen lo quiere lo seguiré haciendo.En fin chicos y chicas, creo que para ser la primera vez no esta mal, no se muy bien como funciona esto pero espero que este mensaje os llegue y podamos continuar en contacto.UNA APERTA PARA ELLOS Y UN BESO PARA ELLAS