jueves, 11 de junio de 2009

El Viaje del Rasputín (primera parte)



El viaje del Rasputín (Parte Primera)
Desde el pasado día 19, el Rasputín está ya en su nueva plaza de amarre en aguas gallegas, después de una travesía desde Denia a Ribadeo que resultó cómoda, apacible y entretenida. Solo lamento que por anticiparme un día en la recalada a Almerimar me quedé sin poder conocer a Polen y era algo que me habría hecho mucha ilusión.No puedo comentar en este antro de piratas que los días previos a la salida y durante la preparación del viaje temblaba de miedo cual frágil damisela pensando en lo que se me venía encima. El cambio de mi Temais de 27 pies a este First 38 me producía un extraño abultamiento en la garganta que no me dejaba respirar bien….Y llegó el día de la salida en el que en solitario me tendría que enfrentar al proceloso Mediterraneo con sus cabos y sus costas desconocidas para mi. De modo que cual valeroso ignorante me dije a mi mismo para influirme valor que peor que el cabo Finesterre, Touriñana o Villano no sería y a las 8 de la mañana del día del señor, miércoles 5 de abril, me hice a la mar.Ya en la bocana de salida y teniendo frente a mi el cabo San Antonio con una brisa de poniente no pude menos que mirar para el palo y pensar que cuando aquel palo se llenase de velas iba a ser la …… pero en fin, empujando como pude el grosor de aquello que atenazaba mi garganta me dispuse a izar la mayor sin dejar de pensar en el esfuerzo que suponía hacerlo en el Temais. ¡¡¡¡Sorpresa….!!!! El izado resultó más fácil y cómodo de lo que pensaba, de modo que una vez arriba y presa la driza en el mordedor del palo regresé a la bañera para dar los últimos toques con el winche. No me lo podía creer, había tardado menos y con más facilidad , de modo que me dio valor para soltar el genova y comprobar que el esfuerzo al tener que utilizar los winches era menor. Genial, con todo y gobernando el piloto automático había rebasado el cabo San Antonio en medio de las maniobras.La bahía de Javea me recibió con sol y brisa de poniente y la vista del Cabo de La Nao con un mar en calma, motor a 2000 rpm., velas al viento y un andar de 7.5 nudos acabó de tranquilizarme.La mañana dio para todo, hasta las 2 de la tarde en que las cosas empezaron a complicarse. El viento comenzó a subir y el mar no era como al que estaba acostumbrado, por momentos parecía hervir alrededor y de cuando en cuando un tren de olas aparecía por proa barriendo todo cuanto encontraba a su paso. Ya con el genova recogido y dos rizos de mayor tomados la tarde se hizo eterna hasta llegar a Santa Pola en que mi poca previsión acabó de aguarme la fiesta. Las alarmas estaban fijadas en 16 nudos de viento y había rachas de 30, de modo que no paraban de pitar y no sabía como desconectarlas, así que mi aproximación a Santa Pola fué de lo más caótica. Alarmas pitando, bajar la vela y plegarla, poner defensas y preparar cabos en medio de aquellos bandazos tuvo su miga, pero la entrada me reconfortó tanto como la ducha que siguió al amarre. Santa Pola bien, pero con peros….. Para comenzar me calcan 30,23 € y meten en medio de la factura 1.53 € por la tarifa G-5 que yo ya pago en mi puerto base. De nada sirvió el que le presentase la factura de mi plaza de amarre en donde viene este concepto ni que le argumentase que si ella paga su aparcamiento en su ayuntamiento, cuando viaja a otro no le vuelven a cobrar esto. Nada, si no está usted de acuerdo suelte las amarras y ancho es el mediterraneo…… Hay que decir a todo esto que la chica que me atendió estaba de muy buen ver y que cumplía con aquello que se suele decir “sí, es guapa, pero tonta”. Se que me perdonareis las piratas, es solo una pequeña divagación…. La siguiente singladura con parada en Cartagena comenzó al día siguiente a las 8 de la mañana. Las cosas ya estaban mucho más claras que el día anterior, de modo que la mañana pasó volando entretenido en la marcha del Rasputín que devoraba las millas sin enterarse por lo que al dejar la isla de las hormigas por mi través de estribor decido que no merece la pena hacer la parada en Cartagena y ya desde allí pongo rumbo a Garrucha a donde llego a las 11 de la noche. Sobre las 8 de la tarde realizo una llamada por el canal 9 al puerto de Garrucha para solicitar un atraque para la noche y me contestan que dada la hora de llegada no habrá nadie por lo que puedo colocarme en donde más me guste y que a la mañana siguiente ya realizarían los trámites. Lo siento por ellos me marché a las 8 de la mañana y no habían aparecido, con lo cual el amarre fue muy baratito. La verdad es que aquí salta el episodio en el que se cumple la famosa ley de ese que dice que si las cosas salen mal, aún pueden salir peor y al atracar en medio de dos veleros y con una pequeña arrancada a las 11 de la noche y sin que nadie esté a proa, con todo el pantalán forrado de cubiertas de coches fue a pararse en el único sitio en el que no la había. Consecuencia, una pequeña herida en la roda, insignificante, pero dolorosa en el amor propio. La singladura de Garrucha a Almerimar solo tuvo el problema del exceso de confianza. La bajada hasta cabo de Gata con mar y viento de proa me hacía pensar que cuando doblase Gata mi suerte cambiaría y haría una navegación preciosa con viento y mar por el costado de babor, pero me olvidaba de que estaba en el Mediterraneo, con lo cual, al virar Gata el viento y la mar seguían de proa, impensable pero cierto. Solución equivocada, meterme un poco al golfo de Almería sin pensar que todo cuanto me metiese lo tenía que desandar después, de modo que tomando equivocadamente Punta del Río por Punta Sabinar y sin encomendarme a Dios o al Diablo me meto en un berenjenal que me dio el día para superar Roquetas de Mar. He de decir llegado a este punto que el poco calado desde punta Sabinar hasta la boya de enfilación del puerto de Almerimar me tuvo preocupado un buen rato. Almerimar tuvo su cosa. En principio pude abastecerme de Gas Oil cosa que pese al sablazo de Santa Pola no puede hacer allí, por no tener suministro por no sé que disculpa tonta me pusieron. La verdad es que después de ser atendido en el surtidor me invitan a entrar en capitanía para realizar las formalidades y me atiende FUMI, un chino o japones (me vais a perdonar, pero yo no los distingo) que muy amablemente me invita a sentarme y me pide la documentación del barco y tantos datos que al final le pregunto si tengo también que decirle el número de empastes que tengo, cosa que sirvió para relajar un poco las formalidades. Llegado el momento crematístico, me pregunta si quiero la llave de los servicios y el adaptador de la energía eléctrica y que de ser así debo dejar una señal de 40,00 € o un documento de identidad si me voy a marchar antes de las 9 de la mañana ya que antes no podrían devolverme el dinero, por lo cual decido dejar el DNI sin dejar de pensar en lo que vendría después. Si por la señal de estos elementos eran 40,00 € el amarre iba a ser un pastón, de modo que al decirme que la cuenta eran 9.83 € no me quedó mas remedio que preguntar con cierta extrañeza si no se habría equivocado. Y no, no se había equivocado, 9.83 € en un puerto precioso, con un trato exquisito, una plaza adecuada al barco y unas instalaciones envidiables. Solo un pero…, no puede conocer a Polen….. pero eso fue por mis prisas. La salida fue un poco complicada. A las 8 de la mañana había tal niebla que era incapaz de ver la proa, de modo que tocó esperar un poco a que levantase. Cuando pude ver el canal de salida me decidí, no sin antes preguntar por las previsiones y que me confirmasen que levantaría a media mañana, como a sí fue. Ese día el mediterraneo me permitió disfrutar de un apacible día de navegación con una mar en calma y una brisa adecuada para una navegación a vela tranquila. A la altura de Motril y ya con un día completamente despejado, pude disfrutar de un mar azulado, una costa preciosa y unas cumbres nevadas que hicieron que mereciese la pena, por solo este día, una navegación así. Al final de la tarde y siguiendo los sabios consejos de un cofrade me encontré llamando al puerto de Vélez Málaga en solicitud de atraque. Nuevas sorpresas, el puerto estaba completo pero si no me importaba me dejaban acomodarme en el hueco del trávelin en donde tendría también suministro de luz y agua para pasar la noche y además de un trato amable y preciso la factura fue de 10.68 € con lo cual, miel sobre hojuelas. Muchas gracias cofrade por tu sugerencia ya que además el pescadito frito me supo a gloria. Y hasta aquí mi navegación en solitario por el proceloso mar mediterraneo. Al día siguiente y siguiendo la recomendación de Ninhao me saltaría Gibraltar y recalaría en Rota antes de dar el salto a Lagos, pero ya lo haría en compañía de mi buen amigo Castelo, quien después de un largo viaje desde Galicia se había enrolado esa tarde. Bien, como no quiero cansaros después de esta perorata que os acabo de soltar, esperaré a vuestros comentarios y si consideráis que el relato es de vuestro interés continuaré otro día.

El Viaje del Rasputín (segunda parte)



El Viaje del Rasputín (segunda parte?

El viaje del Rasputín (Parte Segunda)
La salida de Vélez Málaga se realizó mediante el consenso de pasar el temido estrecho con luz diurna para evitar más problemas de los necesarios, por lo que después de un día de navegación cómoda y tranquila, a las 7 de la tarde nos encontrábamos sacando fotos a la Mezquita de Gibraltar al través de Punta Europa. El atlántico nos recibía con su cara más amable, con ausencia de viento mar en calma y poco tráfico, solamente un par de ferrys en tránsito a Marruecos mantuvieron un rato nuestra atención, después de esto, tranquilidad total y luz hasta rebasar Tarifa con lo que nos permitió disfrutar del paisaje y ver como comenzaban a encenderse las luces de Tánger a la vez que repasábamos mentalmente los cabos y problemas del examen del lejano PY. Trafalgar lo marcamos cenando, en una noche estrellada en la que decidimos que la haríamos justos de guardia dormitando por momentos aislados en el salón para ayudar en caso de necesidad al que se encontrase en ese momento en cubierta. El gobierno estaba encomendado al piloto automático que fue una inestimable ayuda en todo el trayecto, y por tanto nuestra única ocupación consistía en la vigilancia de los posibles abordajes, el trimado de las velas y el control de la ruta. Una goza en suma. A las 5 de la madrugada y después de una noche de luna llena preciosa y de un mar en calma, hicimos nuestra entrada en el puerto de Rota en donde amarramos al lado del surtidor de Gasoil a la espera de repostar, hacer unas pequeñas compras y salir con destino a Lagos. Dada la hora decidimos que lo mejor sería aprovechar y dormir hasta la llegada del personal, el cual a las 8.30 de la mañana con una gentileza de la que solamente se puede esperar en estas tierras, nos despertaron con la consabida pregunta de si queríamos repostar. Lleno el tanque y dos bidones adicionales con 40 litros, pasamos el Rasputín a la punta del pantalán en donde nos habían indicado que podríamos dejarlo sin problemas mientras realizábamos las compras. Rota como todo el litoral, no tiene nada que ver con el tiempo en que en el 70 me tocó pasarme allí unos meses como parte de la dotación del Dédalo. El sol y la amabilidad de sus gentes continuaban siendo los mismos, pero por más que lo intenté no conseguí recordar ni una de sus calles y ni uno solo de los locales en donde pasábamos las tardes de permiso, se ve que la edad ya comienza a hacer sus efectos….. Aprovechamos de comer tranquilamente amarrados y una vez recogidos todos los elementos a son de mar, con la tranquilidad de la tarde salimos a rumbo directo a Punta da Piedade en Lagos a donde llegamos a la madrugada siguiente después de una noches tranquila de suave navegar, solamente roto el encanto por la continua vigilia al acercarnos a las costas portuguesas y comprobar el alarde de iluminación de sus aparejos que más que aparejos parecía el ferial de la verbena de la paloma. Qué decir de Lagos. Para quien como yo ve Portugal como un potencial que se comerá Galicia en cuatro días, no hizo más que reafirmar mi tesis. Gente amable, tiempo inmejorable, marina limpia, ordenada, con personal eficiente, atento, diligente y además con precios contenidos, 21, 78 € el amarre de una noche. Solamente el problema de la salida, que al tener el puente peatonal, el horario de apertura del mismo es desde las 9 de la mañana a las 7 de la tarde, hora portuguesa, con lo que tuvimos que retrasar nuestra salida a las 10 de la mañana de nuestro horario, pero hasta en eso hemos tenido suerte, parece como si en este viaje estuviese todo dispuesto para que fuese una completa satisfacción y que hasta los pequeños contratiempos estuviesen enfocados a subsanar nuestras imprevisiones. Dispusimos el día para descansar, hacer limpieza, pasear, empaparnos de saudade, disfrutar de la gastronomía portuguesa y después de una noche de sueño reparador, a las 10 de la mañana salíamos de Lagos con destino a Peniche, para lo que también nos saltaríamos la escala prevista en Sines. Superada a Punta da Piedade y tomado rumbo a Punta de Sagres, el atlántico nos recibía con un aparente de 15 nudos del NO que nos permitió realizar a vela esta distancia a una velocidad de entre 7 y 8.5 nudos con una ligera y contenida escora sobre la banda de babor que nos permitió conocer el buen andar que tiene este barco. El cabo San Vicente, imponente y majestuoso empezó enseñándonos un poco los dientes, el viento subió un poco y la remontada la comenzamos con viento por la amura, mar formado y alguna que otra barrida de cubierta que nos hizo pensar que la costa portuguesa no iba a ser cosa de tomársela a broma, pero no fue así, solo nos quiso recordar que el mar tiene sus encantos, pero también sus momentos amargos y hay que saber convivir con todos ellos. Con el genova recogido y la mayor a tope de palo tuvimos que reducir vueltas al motor y dejar la marcha en unos 4 nudos para hacer más confortable el viaje ya que a más velocidad, más que en velero parecía que viajásemos en submarino. A medida que la tarde fue perdiendo fuerza, la costa se fue alejando de la vista y el sol se ocultaba por el horizonte, el viento fue bajando de intensidad y el mar se fue calmando con lo que pronto volvimos a nuestra marcha de crucero de 6.5 nudos y después de una cena tranquila dispusimos nuestro ánimo para pasar una noche de vigilia disfrutando de un cielo completamente despejado que nos permitió contemplar una noche estrellada y un amanecer frente al iluminado puente del estuario del tajo. Continuábamos navegando a rumbo directo a cabo Raso desde que habíamos rebasado Cabo San Vicente y nuestro próximo destino sería Cabo da Roca, el cual una vez superado nos permitió arrumbar, ya directamente a Peniche dando el correspondiente resguardo a esta costa. En la madrugada hacíamos la entrada en Peniche y nueva sorpresa. Cuando estábamos dudando en donde atracar, ya que no se vislumbraban los surtidores del Gas Oil por ningún lado, de una lancha de vigilancia salta el “Romerales portugues” y nos da toda cuanta información podemos entender además de solicitarnos los cabos y ayudarnos a amarrar, igualito que aquí… ¿verdad?. Una vez amarrados nos indica que hay que esperar a que suba un poco la marea ya que los surtidores estaban en una zona en la que quizás no tendríamos el suficiente calado y nos recomendaba que aprovechásemos para realizar el papeleo de entrada, para darnos una ducha caliente y después ya repostaríamos con tranquilidad. Un 10 para el Romerales vecino. Peniche con 13.02 € de atraque no es tampoco uno de los puertos caros en este particular muestreo de la náutica peninsular, además de ser un puerto tranquilo en el que compartimos pantalán con algún que otro compatriota y los consabidos transmundistas del norte de Europa que tantas envidias me despiertan. Fue este un día muy tranquilo que dio para pasear, realizar alguna que otra compra y más de una confidencia al atardecer sentados en la bañera notando que ya el final del viaje estaba cerca. Nuestro siguiente destino sería Viana do Castelo. De nuevo nos saltábamos una de las escalas previstas, esta vez sería Aveiro, pero el temor a que tanta suerte no nos acompañase durante tantos días, hacía que nuestro interés estuviese en llegar cuanto antes a aguas gallegas, de este modo si las cosas se complicaban siempre sería más fácil dejar el barco en cualquier marina de las Rías Bajas, incorporarnos a nuestras obligaciones y en un fin de semana terminar el traslado. Está claro que no contábamos con que la conjunción de los astros estaba de nuestra parte y una vez doblado cabo Carboeiro y dejado las islas Berlingas por nuestro babor arrumbamos a Viana do Castelo con un viento del SO y una corriente a favor que nos empujaba a una marcha constante de entre 7.5 y 8.5 nudos en toda la singladura. La llegada en plena oscuridad nos pilló desprevenidos, la idea de realizar la entrada a plena luz del día y el sol alto nos la había trastocado la marcha que habíamos mantenido durante toda la navegación, por lo que nos encontramos en la entrada de Viana en medio de una fiesta de luces rojas y verdes sin saber muy bien que camino tomar. Impuesta la cordura nuestra siguiente preocupación vino al ir acercándonos al puente que cruza el estuario sin encontrar la entrada a la marina y con el temor de habernos pasado de largo. De pronto y tapadas las luces de la entrada por un edificio modernista sobre un parque público, apareció la bocana de entrada no muy ancha pero cómoda y al lado mismo de la entrada teníamos ya el surtidor de gas oil. Aprovechamos de repostar para después amarramos en el pantalán que nos asignaron frente la gasolinera y decidimos descansar un rato antes de hacer las formalidades de entrada dada la hora que era. Mas tarde vendría la ducha, y el papeleo, en donde por cierto y dada la proximidad de las tierras gallegas el importe del amarre, 18.36€ ya se estaba empezando a igualar, de momento aún disfrutamos de la amabilidad del personal de la marina. La llegada de la familia de mi amigo, que ese mismo día me dejaba (dicho en el buen sentido de la palabra, que no es cosa que en este antro de piratas tengamos malos entendidos) puso el colorido de día de excursión al compartir mesa y mantel en la comida y cena de ese día que al ser sábado de pascua y estar en tierras portuguesas nos devolvió un poco el espíritu de la semana santa tan arraigada en nuestros vecinos en lo místico y tan viajera y festiva en nosotros, desde cierto tiempo acá. Por ese motivo nos quedamos sin escuchar los fados y la fiesta que suelen hacer en el Restaurante Los Tres Potes a la hora de cenar. Al día siguiente y ya de nuevo en solitario, la travesía de Viana do Castelo hasta Portonovo fue una delicia, sol, nubes altas y mar tendida del noroeste que daba un buen navegar. A la altura de las islas Cies decido meterme por el interior de la ria de Vigo para que las islas me tapasen un poco el maretón que se había ido formado y que empezaba a ser un poco incómodo, de este modo al abrigo de Cies y de Ons, pasado cabo Home me encontraba ya navegando por zona conocida para amarrar en Portonovo a media tarde, en donde pagamos 23.20 € y donde el único pero que podemos poner es que la resaca que entra y rebota en playa hace algo incómoda la estancia. La llegada de mis hijos a primeras horas de la noche me encontró en plena faena de orden y limpieza. Quería que se encontrasen el barco inmaculado, mi hija se quedaría esa noche con nosotros y mi hijo me acompañaría ya en las que serían las dos últimas singladuras de este viaje al decidir que haríamos una parada en Camariñas para ver a nuestro querido Temais, cenar con unos amigos y su nuevo propietario y la siguiente ya seria Ribadeo. La navegación Portonovo-Camariñas fue perfecta hasta donde puede serlo, es decir, hasta el cabo Finisterre, desde allí como siempre, o mejor dicho como casi siempre, nos tuvimos que amarrar los machos….. y luchar contra un mar y viento del norte que quería que llegásemos a Camariñas mojados de pies a cabeza. Superado el cabo de la Nave a duras penas, nos dejamos caer pegados a la costa conocida hasta el resguardo, que por otras ocasiones esperaba encontrar en la Playa de Nemiña y a la espera de remontar el cabo Touriñana pegados a tierra. Ya superado Touriñana el viento nos empezó a entrar por la amura de babor y las condiciones de navegación mejoraron bastante hasta el cabo de la Buitra en donde ya al resguardo que produce el Cabo Villano nos dejó arrumbar a Camariñas sin ningún problema digno de mención. Camariñas como siempre, al menos para mí, es un magnifico puerto de refugio al que por una razón u otra llego después de una apurada navegación y quizás por eso o por la amabilidad de sus gentes me siento como en casa. Esta vez me encontré con algunos cambios y un ambiente algo enrarecido por algún problemilla con las elecciones de su club (¿que pasará últimamente con los club náuticos que las directivas que se están formando acaban de mala manera por los juzgados?. ¿Será cosa como la de la política que en principio nos quieren arreglar nuestras vidas y al final lo hacen para arreglar las suyas?. No sé, no sé, pero no me gusta lo que está pasando) Lo dicho, que la amable Mari Carmen ya no lleva la cafetería y la marinería conocida tampoco estaba, pero aún así, disfruté de un día de completo descanso, cené entre amigos, me reencontré con mi anterior barco y no pude dejar de pensar en quien me decía que tenia cierto valor al hacer este viaje. Valor, lo que se dice valor había que tenerlo para navegar con el Temais por toda la costa asturiana y gallega durante tantos años sin ningún problema. Nunca me había dado cuenta, hasta ahora al poder comparar, lo pequeño y noble que es. ¡Ah…! Que me olvidaba, el importe del atraque 9.00€, muy barato para estar en Galicia, pero que no se enteren que son capaces de subirlo. Y ya el final. Para los que habéis tenido la paciencia de leer hasta aquí tengo que daros las gracias y envidiaros…. Si habéis sido capaces de leer esto podéis hacer cualquier cosa que os propongáis, menudo peñazo que os habéis tragado…. La salida de Camariñas a las 12 de la mañana estuvo soleada, mar en calma y viento moderado del nordeste. La subida hasta las islas Sisargas fue tranquila y sin problemas por lo que aproveché para ir indicando a mi hijo la zona de costa que estábamos recorriendo. Hasta Sisargas como he dicho, ya que desde allí la cosa se empezó a complicar y la navegación hasta cabo Prior y el seno de La Coruña estuvo bastante movida. Desde Prior decidimos ir rascando las piedras y procurarnos un poco de abrigo al amparo de Punta Frouxeira y más tarde Punta Candelaria, con el temor de que la cosa se complicase más al acercarnos a cabo Ortegal. No me habría hecho mucha gracia el entrar en Cedeira de noche teniendo tan cerca los bajos de Punta Chirlateira. Por suerte a medida que nos fuimos acercando a Candelaria el viento y el mar se iban quedando permitiendo que la remontada de cabo Ortegal y Estaca fuese de lo mas apacible. Desde el Cabo Estaca de Bares ya trazamos un rumbo directo a los Farallones de San Ciprian, con su resguardo correspondiente, disfrutamos de la iluminación de la factoría de Alcoa que ilumina con sus luces parte de esta costa y arrumbamos desde allí directamente a Ribadeo en el que hicimos nuestra entrada, dando por finalizado nuestro viaje, a las 6 de la madrugada.
Coste del viaje:
Amarres…………………… 136.10 €
Gas Oil……………………. 532.67€
Víveres …………………… 118.58€
Total................................... 787.35€
Se que entenderéis que no se haga detalle del resto de gastos por razones obvias… Buenas noches y muchas gracias por vuestra paciencia queridos colegas y perdonar si es que sois capaces, el haberos robados tanto tiempo.

Ocho días de Agosto




Ocho días de Agosto
Pasado un tiempo de lógica vagancia y metidos de lleno ya en la inactividad que proporciona el invierno, es llegado el momento de hacer balance de la última travesía.En la segunda quincena del mes de agosto y después de la envidia, sana envidia, de ver pasar por mi puerto base a todos los transmundistas que desde el norte de Europa bajan en dirección al mediterráneo o se aventuran en el cruce del charco, motivo de doble envidia. Después por otro lado de quedarme este año sin Volta Náutica a Galicia por el feliz transporte desde el mediterráneo a Galicia del Rasputín y después también de cambiar impresiones con el cofrade de Santander, Pencof en su navegación por las costas gallegas, decido que no se puede terminar este verano sin una navegación de placer. De modo que utilizando las mejores artes posibles en un intento de ilusionar a la comandante en jefe en una aventura que nada la seduce, salvo que sea ir a tomar el sol fondeados en una playa, propongo una travesía desde Ribadeo a Santander, en la que entraríamos en Avilés, Gijón, Lastres, Ribadesella, Santander y regreso directo a Ribadeo. Las fechas serían entre los días 18 a 27 de agosto, es decir, 10 días.Pero como todo proyecto tiene también sus imprevistos, este no iba a ser menos y uno de los previstos imprevistos, como no podía ser de otro modo, estuvo en la climatología que nos obligó a posponer un día la partida y como todo lo que mal comienza no puede terminar bien, esto no iba tampoco a ser menos, pero no adelantemos acontecimientos.Revisado el navío, realizada la aguada correspondiente y estibadas provisiones como para realizar un par de pasos al caribe, pertrechos y almiranta trincados a son de mar, largamos amarras para enfrentarnos al proceloso cantábrico siendo las 9 horas del día del señor, sábado 19 de agosto.Las 10 de la mañana nos dieron en N-43º35’07, W-6º58’16 con viento del noroeste y ola montada que hacía una navegación algo incómoda. La almiranta mirando cuando nos embarcaría una de esas olas por la popa, de modo que la travesía no se presentaba nada gratificante.Por la popa, y tratando de darnos alcance el tabernario Pencof y un par de veleros más que habían salido un poco más tarde de Ribadeo y que su recalada era Gijón. La gran ventaja de navegar con otros colegas cerca está en poder intercambiar impresiones por el VHF y hacer las horas de navegación más amenas. Por otro lado, también se puede comprobar lo que puede rolar el viento en un corto periodo de tiempo ya que mientras nosotros disfrutábamos de un viento por la aleta de babor que nos acompañó casi hasta la recalada en Avilés, a los que venían un poco más retrasados no les estaba ayudando tanto.Procuro entretenerme en las horas de navegación tomando la posición de GPS y marcándola en la carta cada hora, lo cual me ayuda además a mantener la línea de tanto subir y bajar escaleras, de modo que las 12 de la mañana nos dieron en N-43º37’11, W6º38’44 y casi al través de Puerto de Vega a un rumbo de 092º y un andar de 7.4 nudos. No lo estábamos haciendo mal.El sonido de fondo ya os lo figuráis “ESTO SE INCLINA MUCHO, NO ENTIENDO QUE TENGAMOS QUE IR CON TANTA VELA, ESTAMOS MUY LEJOS DE LA COSTA, MIRA QUE PASARNOS UN MONTÓN DE HORAS PARA ALGO QUE SE PUEDE HACER EN UNA….”. En fin….. que como otro tabernario escribió: “mujer y barco no casan muy bien”, salvo honrosas excepciones que me maravillan cada día en esta taberna y aquel otro que como también se puede comprobar “los pantalanes están llenos de separados”Me hizo mucha gracia algo que leí en la taberna sobre que cuando una pareja está muy compenetrada sobre la cubierta, o es la otra…., o es la segunda, tercera, etc. Nunca me canso de aprender de los demás. Mi almiranta trincada a los candeleros de popa y dando la murga…. la almiranta de Pencof informando vía VHF de las incidencias del viaje y preocupándose de cómo nos iba a los que estábamos haciendo la misma navegación. Uno no puede dejar de sentir cierta envidia sana, en determinados momentos.Las 2 de la tarde nos vieron cortar el N-43º38’02, W-6º19’44 teniendo el faro de Vidio por la amura de estribor. La marcha en ese momento había bajado un poco hasta los 6.9 nudos, pero la navegación aún que algo incómoda estaba siendo muy positiva. El sol aunque no calentaba mucho, alegraba con su presencia.De comer nada de nada, que con aquel movimiento no se soltaba la almiranta de los candeleros ni para ponerse a mear, de modo que me preparé un pequeño refrigerio y disfruté como un enano con las miradas envenenadas de quien presuponía que si comía algo ayudaría al engorde de las pesquerías del cantábrico.A las 4 de la tarde y ya rebasado el través de la Isla de la Deva en posición N-43º36’59, W-6º01’55, arrumbados ya al faro de Avilés, el resguardo que nos proporcionaba Cabo Peñas dejó un mar en calma que con el role del viento al norte-nordeste nos permitió disfrutar de un agradable final de travesía y que hace que verdaderamente sea lo que se recuerde al final del viaje.A las 5 de la tarde nos encontrábamos ya amarrados a los pantalanes de Avilés en donde un club modesto está intentando promocionar la navegación. El único problema con al que se están encontrando es el que nos encontramos todos los que disfrutamos con este medio y son las trabas de todo tipo que nos ponen, tanto la administración como los entes que debían velar por el desarrollo de la náutica, y que nos hacen la vida imposible. La verdad y si se me permite un pensamiento en voz alta, echo de menos la seriedad con que hacían su trabajo y con mucho menos medios, los militares que gestionaban nuestras cosas antes de su traspaso de competencias a marina civil.El puerto de Avilés, que os recomiendo a los que naveguéis por estas costas, tiene la ventaja de que al encontrarse al fondo de una larga ría parece que estemos amarrados en una piscina. Ni un ruido, ni corriente, una tranquilidad total, además de estar a escasos metros del centro de una población amable, con un casco histórico muy rico y cuidado y sin (por desgracia para los avilesinos, por lo que tenía de motor económico) la industria del acero que tanto la afeaba.La idea de pasar la noche y seguir al día siguiente hubo de posponerse. El viento que había ido en aumento desde la tarde anterior aconsejaba quedarse al resguardo del puerto y dejar el paso del Cabo Peñas para mejores momentos.Después de unos días disfrutando de la hospitalidad de los avilesinos y ya con mi cuñada como un tripulante más (dos mujeres con poco espíritu náutico, dos problemas a bordo), a las 9, 30 de la mañana del día 23 largamos amarras del puerto de Avilés con destino a Gijón. El tiempo no era muy estable, con viento fuerte del nordeste, pero confiaba en que nos diese algo de resguardo Peñas y una vez virado llegar en un través hasta Gijón.A las 11 de la mañana nos encontrábamos ya virando el cabo en posición N-43º41’09 W-5º51’38 y con un tiempo mejor de lo esperado con lo cual a las 2 de la tarde estábamos ya amarrados en el puerto deportivo de Gijón en el cual ya nos pudimos asear adecuadamente en unas instalaciones aceptables. Aprovecho para decir que Avilés, pese a cobrar como si dispusiese de todo tipo de comodidades, 18€ para un 38 pies, no cuenta más que con unos cómodos pantalanes.Gijón como siempre acogedora, y más en esos días en que se estaba celebrando el festival de la sidra, bebida asturiana por antonomasia y las calles y plazas del entorno del puerto deportivo que ya de por sí están siempre con un ambiente muy agradable, se encontraban engalanadas al efecto y con un gran espíritu de fiesta.Impensable salir de Gijón y continuar la travesía, de modo que los días siguientes fueron de total descanso y disfrute de la gastronomía asturiana, que no todo va a ser realizar largas singladuras……El sábado 26 a las 11h 45 minutos de la mañana nos dispusimos a realizar el viaje de vuelta. El tiempo parecía estable con un viento del nordeste que no nos ayudaría mucho, pero por lo demás el tiempo parecía despejado.A la 1 del medio día y en la posición N-43º39’15 W-5º46’58 casi rebasando Cabo Peñas y con una velocidad de 5,5 nudos, el viento había subido de forma brusca de modo que más que un barco ya empezábamos a parecer un submarino. La tripulación amotinada desde hacia un tiempo no dejaba de acordarse de mis progenitores (por decirlo de forma fina), cosa por otro lado bastante entendible, dadas las circunstancias, de modo que antes de que se me subiesen a las barbas decido que lo mejor es reducir trapo y entrar en Avilés a dejar el pasaje, librarme de tanganas y salir por la noche cuando las cosas, en teoría se calmasen. Hay que reconocer como justificación de la actitud de los amotinados que el Rasputín no cuenta con capota y la ola pasaba de proa a popa barriendo toda la cubierta, calándonos hasta los huesos y pese a estar en pleno mes de agosto la temperatura no era nada agradable, por lo que cuando a las 15,30 horas amarramos de nuevo en Avilés, la dotación no se molestó ni en esperar a tener el último cabo fijo y abandonaron el barco escaleras arriba sin mirar atrás por si les hacía volver a embarcar.A las 8 de la noche y después de haber comido tranquilamente amarrado en Avilés, hecha sobremesa y compartido café con los colegas de pantalán que siempre entienden nuestros problemas, la luz del atardecer me ve salir de nuevo por la bocana de la barra de avilés. El viento había bajado lo suficiente y la ola tendida permitía un cómodo navegar mientras el sol empezaba a ponerse por el horizonte.Hay a quien no le gusta navegar en solitario. A mi me encanta. Una vez que termino de meter defensas, estibar cabos, reglar las velas y poner el piloto, llega el momento de disfrutar del silencio y la soledad, de prepararse un café bien caliente, de escuchar los sonidos de la marcha, mirar como se aleja la costa, iniciar la agradable rutina de tomar posiciones cada hora, ver como se va metiendo el sol, como empiezan a asomar las estrellas, en fin…. Para algunos este rato de poesía sin duda es una mariconada, así que volvamos a la realidad.Las 12 de la noche a rumbo 275 y en posición N-43º35’44 W-6º32’42 me permiten tener por el través el faro de Luarca, viendo por la popa el faro de Cabo de Peñas y asomando tímidamente el faro de Tapia de casariego. Disfruto de una navegación tranquila, con una ligera brisa y un mar casi en calma que me permiten hacer una marcha de 7.1 nudos sin sobresaltos y me ponen a las 3 de la madrugada en la posición N-43º34’31 W-6º59’43 a poco más de 2 millas de la entrada del puerto de Ribadeo, en donde después de amarrar y tener el domingo para recoger y adecentar el barco, el lunes volveríamos a la rutina diaria, al trabajo, al pensar en nuevas navegaciones, al disfrutar planeando sobre la carta rutas y fondeaderos. Por este año se acabó el disfrutar de las noches en el barco, se impone la triste realidad de cada día a la espera de una dorada jubilación ya que no nos toca una primitiva….

Desde Bilbao a Coruña, pasando por Ribadeo



A las 10 de la noche del sábado 24 de junio el autobús de la línea que une Galicia con el País Vasco sale puntual de la estación de autobuses de Ribadeo. Mi destino es Bilbao en donde me está esperando el Laion y en donde pasaré la próxima semana. Me dispongo a pasar una noche tranquila escuchando música y viendo desde la ventanilla como han cambiado las cosas desde los últimos 30 años que no viajo por esta zona. La verdad es que sí han cambiado, me figuro que no tanto como nos gustarían, pero sí que han cambiado.
Puntualmente a las 5 de la madrugada sale de las entrañas del autobús una porción de gentes somnolientas que aquí tenemos nuestra parada. Después de interesarme en la forma de llegar a Getxo tomo el metro de la línea de Plencia que me dejará en la estación de Gobelas desde donde una corta caminata (según me indican) me llevará al puerto deportivo. Me sorprende el orden y limpieza de la estación del metro. Ni una sola pintada, ni un papel por el suelo, la gente amable y servicial hasta el punto de que los que venían de marcha se comportaban dentro de un orden. Una grata sorpresa para quien espera encontrarse poco menos que una ciudad sitiada.
Como me han indicado una caminata corta me lleva al centro del paseo entre las Arenas y Getxo. Primera duda, se ven dos puertos deportivos, uno a izquierda y otro a derecha de modo que deduzco que será el de la derecha y me pongo en marcha. A estas horas de la mañana en que comienza a amanecer y después de una noche en el autobús apetece caminar. De uno de los locales nocturnos sale una pareja de novios acompañados por los últimos invitados, todos un poco perjudicados. La novia levanta el vestido para poder caminar, el novio arrastra la chaqueta y los invitados que los acompañan están más o menos igual, corbatas en la mano, vestidos descompuestos, risas y voces altas. Parece que han tenido una buena noche de juerga.
Para no despertar a los tripulantes, decido dejar las cosas en capitanía y darme un paseo hasta el puerto viejo y buscar algún sitio en donde desayunar. Me gusta la zona, el paseo es precioso, pero ni un solo local abierto, de modo que desando lo andado y vuelta al puerto a preguntar donde puedo tomarme un café que me reanime. Me indican que quizás en las Arenas, al lado del puente colgante “el más elegante que hay en Bilbao”. Nuevo paseo con la brisa de la mañana y por fin un café. ¡¡¡Dios qué falta me hacia ese café…..!!!!
De regreso al Laion el personal aún continua dormido por lo que me tumbo en la bañera y me doy una cabezadita a la espera de que revivan…….
El domingo pasó tranquilo utilizando la tarde para descansar del viaje.
Lunes 26 de Junio.Después de la ducha y el desayuno es la hora en que han de llegar los invitados que hoy saldrán a navegar con nosotros. La prensa llega puntual y al alcalde de Gatxo le dicen los de capitanía que el barco no pudo llegar por el mal tiempo (se ve que la comunicación y el buen entendimiento en estos organismos es similar en todas partes ya que el barco está en el puerto desde el viernes, demás de que el tiempo pese a estar nublado, está genial) así que el hombre se marcha y se queda sin su chupa chup, ya que de todos es sabido que a un político le gusta más una cámara que a un niño un caramelo.
La experiencia de navegar con personas de capacidad disminuida es de lo más reconfortante. En estos casos uno se da cuenta del esfuerzo y voluntad que ponen para poder hacer las cosas y comienzo a mirarlos de forma distinta a como los miraba hasta hoy. A una niña se le cae el vaso y ante mis “no te preocupes yo te lo recojo” la respuesta de “yo lo hago, soy disminuida pero puedo hacerlo” me deja parado en seco y me doy cuenta de que ayudar sí, pero sin pasarse, quizás sea lo más oportuno y me hace recordar aquello de que el fiel de la balanza está siempre en el centro.
Fueron dos días muy interesantes, con salidas de mañana y tarde en las que cuatro organizaciones de personas de capacidad disminuida del País Vasco disfrutaron de unas horas de navegación dentro del programa GAVEA (Galicia Vela Adaptada) que tiene en marcha La Confederación Gallega de Minusválidos.Martes 27 de Junio.Después de dejar en tierra al último grupo, de hacer gas-oil y de pertrechar el barco para la navegación hasta Gijón, a las nueve de la noche salimos del abra de Bilbao con buena mar y un viento del este de entre 6 y 10 nudos, por lo que la navegación se presentaba de lo más tranquila. A orejas de burro y ayudado por el motor el Laion se tragaba millas a razón de 6 a 8 por hora con un balanceo contenido. A las 2 de la tarde del miércoles 28 y después de una noche en la que se pudo mirar las estrellas, ver las luces de la costa y alguna que otra estrella fugaz, atracábamos sin contratiempos en el Puerto Deportivo de Gijón, en el cual después de una reconfortante ducha y una merecida comida regada con abundante sidra, estábamos listos para recibir a un grupo con el que realizaríamos una salida nocturna.
Si navegar de día con estos grupos es agradable, la noche no tiene desperdicio. El verse lejos de la costa con las luces de las ciudades que conocen desde otro ángulo les suelta la lengua a mil y una preguntas que muchas veces son difíciles de contestar.
Jueves 29 de Julio.A las tres de la tarde decidimos salir rumbo a Ribadeo a donde sin contratiempos deberíamos de llegar sin apurarnos en torno a la media noche con la intención de descansar allí, pero como sucede siempre en el mar….. el hombre propone, pero Dios dispone.
Rebasado el cabo de Peñas y tomado rumbo al faro de Tapia de Casariego, dando un resguardo oportuno a los cabos de Vidio y Busto con un viento del este que nos empujaba ayudados por el motor a una velocidad de 7.5 nudos, parecía que íbamos a disfrutar de un placentero día de navegación, cuando a eso de las 5 de la tarde y en el seno de Avilés nos topamos con una red a la deriva que quiso chafarnos el día. No comprendo como los pescadores que se pasan su vida en la mar, viven de ella y la sufren, son tan sumamente irresponsables como para no darse cuenta de que todo tiene un límite y que lo que un día dejan, al otro lo pueden encontrar.
En un principio pensamos que habíamos enganchado una boya y maldecía mi suerte por no haberla visto. Me molestaba sobremanera el que pasase en este viaje y precisamente en mi turno de guardia. Fue un alivio al menos para mi amor propio el que fuese una red ya que navegan a media agua y no se ven.
Pasados los primeros momentos de desconcierto y descartado el acercarnos a una playa en donde poder bajar a picar lo que arrastrásemos, decidimos seguir navegando a orejas de burro aprovechando el viento que nos seguía empujando. El temor estaba en que dejase de soplar, que la corriente nos tirase contra los cabos o que no llegásemos con la marea adecuada a Ribadeo, con lo que no llegaríamos a los pantalanes.
Pasado un tiempo por la popa se empezó a ver la estela de red que remolcábamos, por lo que decidimos bajar el anexo y armado de chaleco, arnés, cuchillo, con un poco de paciencia y el temor a un baño fuimos cortando parte de la red. No fue gran cantidad pero al menos se reducía la pelota que se formaba el enrollarse en la hélice al poner el motor en marcha y esperábamos que al menos nos permitiese mantener el rumbo en caso de necesidad.
La noche se hizo eterna, pero poco a poco íbamos acortando millas a nuestro destino. El viento se mantenía variando de intensidad, pero al menos estuvo ahí hasta la llegada de la madrugada que nos sorprendió a pocas millas del faro de Tapia. Habíamos navegado con el motor encendido toda la noche para no agotar las baterías y ahora llegaba el momento de comprobar si éramos capaces de hacer avanzar el barco a motor. Recogidas las velas que no hacían otra cosa que flamear pusimos el motor a 1800 rpm. y comprobamos que podíamos dar 1.5 nudos y aunque se calentaba un poco con otro poco de suerte podíamos llegar antes de que comenzase a bajar la marea. Fueron unas horas de navegación penosa en la que el avance tan lento casi parecía que no se producía.
A las 6.30 estábamos entre los faros de las Carrallas y la isla Pancha en la entrada de la ría de Ribadeo y disponíamos aún de hora y media para recorrer la última milla, pero ahora con la ayuda de la marea que nos empujaba suavemente al interior. Fue una noche larga, muy larga, pero cuando nos vimos atracados en el pantalán fue como la superación de un reto. Me figuro que no tiene nada que ver, pero pensaba que después de esto uno ya está preparado para cualquier cosa que se ponga por delante.
Faltaba aún como quitar la pelota de red de la hélice. Habíamos contactado con un buceador pero no vendría hasta la tarde y esto nos trastocaba un poco los planes, así que armados de una pequeña inventiva nos hicimos con una hoz y amarrada a un bichero y desde el pantalán, ayudados por grandes dosis de paciencia fuimos cortando la red, que resultó ser parte del copo de un arrastrero. A las 8 de la mañana estábamos libres para salir de nuevo.
Las nueve y media de la mañana nos ven saliendo de la boca de la ría. Un nordestillo establecido desde la salida del sol nos ayudaría en nuestra última singladura y libre de la pelota que lo atenazaba el motor nos ayuda con una marcha de 8 nudos. Burela, la factoría de Alcoa, los Farallones, Vivero, van quedando atrás y nuestro rumbo a estaca se va acortando a medida que poco a poco también el viento va subiendo de intensidad, llegando a dar un aparente de 25 nudos.
En el seno de Cariño y entre Estaca de Vares y Cabo Ortegal el piloto deja de funcionar, parece que este viaje no está dispuesto a dejarnos disfrutar. Un poco más tarde hace lo mismo la sonda a la que le acompañan el ploter y el equipo de viento. Nos damos cuenta de que pese a que el alternador carga perfectamente las baterías se han cansado de trabajar y se rinden.
Desde que el piloto nos ha abandonado, la navegación se ha vuelto más cansina y máxime después de la noche que hemos pasado de tensión, pero ahora ya falta muy poco para terminar y no vamos a dejar de disfrutar del paisaje que nos brindan los acantilados de San Andrés de Teixido, el faro de Candelaria y la costa de Cedeira. Ya tenemos cabo Prior a la vista y de momento no hay más problemas. Falta virarlo y por nuestra proa tendremos Coruña, además al virar estaremos protegidos de un nordés que ya se está haciendo incómodo.
La virada a cabo Prior por esperada no dejó de sorprendernos cuando a menos de veinte metros por nuestro costado de babor vemos pasar un nuevo paño de red, entre aguas, de unos 100 m2. de superficie, lo cual unido a lo que habíamos dejado en Ribadeo y lo que los aficionados a la pesca nos comentaron que estaban arrastrando estos días a puerto, nos hace pensar que un pesquero se ha debido de deshacer de todo cuanto le sobraba. ¡Lástima no se le enrollase a él en sus hélices…..!
Son las 9 de la noche del viernes 30 de junio, hemos entrado a las seis de la tarde y me encuentro sentado en la bañera central del Laion, en el puerto deportivo de Coruña, esperando a mis hijos que me llevarán a casa. Estoy cansado después de unos días de navegación que fueron intensos y en los que hubo de todo un poco, pero la verdad es que ha merecido la pena y ya estoy pensando en como adaptar las vacaciones del próximo año para volver a colaborar en el proyecto GAVEA.


TEMAIS 04/07/06

martes, 12 de mayo de 2009

El Vapor Deimos





El Vapor Deimos
Ramón Acuña González


Dedicatoría:


A mi hija Maria, luz de mis ojos y prolongación de mis sentimientos. Estoy seguro que cuando le llegue el momento, sabrá que hacer con todo esto.
Introducción

De todos los cabos del mundo por los que he tenido la suerte de pasar, ninguno ha tenido para mí, el impacto del cabo Villano, en la entrada de la Ría de Camariñas y punto central da Costa da Morte. Aún hoy cuando lo remonto, noto en mi interior la fuerza de aquel amanecer en que a finales del año 1964 lo descubrí por primera vez saliendo de entre la niebla de la mañana, sentado sobre los encerados de la bodega número 3 del vapor Deimos al abrigo de la habilitación del barco, aterido de frío y pelando un cubo de patatas que formarían parte del rancho de la tripulación.
La marina mercante española de aquellos años, en gran parte, estaba formada por viejos barcos de vapor, Alemanes e Ingleses la mayoría de ellos, muchos de los cuales ya habían hecho la primera guerra mundial y que al término de la guerra española se encontraban semihundidos a consecuencia de la misma, por muchos puertos españoles.

El Deimos fue uno de ellos, construido en Inglaterra en el año 1912 acabó en el puerto de Castellón semihundido por la aviación del ejército sublevado que más tarde lo recuperaría para superar las penurias que su propia acción le imponía, pero eso forma parte de otra historia que no viene al caso.
La imponente majestuosidad de la linterna sobre la piedra granítica, la niebla fantasmagórica del amanecer y los pocos años, hicieron que esa imagen perdure con fuerza en mi memoria.
Los tiempos no son los mismos, la necesidad de su paso no está motivada por la obligación, el trabajo y las necesidades de aquel tiempo y sí por el placer. El frío, la lluvia, el viento y el miedo, llegado el caso, pueden ser los mismos pero ahora forman parte de otro ritual.
Por todo aquello, aún hoy, cuando comienzo a divisarlo no dejo de notar el frío de aquel amanecer de finales de 1964.


Capítulo primero: El embarque

-Pero vosotros que pensáis, -exclamó el viejo capitán- ¿Creéis que se puede mandar un barco con la tripulación que me estáis enviando últimamente?
Don Ramón, el capitán del Deimos señalaba en dirección a una cosa menuda, sentada sobre su maleta de cartón, forrada de tela a cuadros, en la que llevaba todas sus pertenencias: un jersey de lana tejido por su madre, una camisa que no permitía un recosido más, unos calcetines de los que ya no se podría decir cual era el hilo inicial de su tejido y unos calzoncillos hechos a toda prisa la noche anterior y que habían formado parte de un retal del remiendo de una sábana. Tenia 15 años recién cumplidos, llevaba trabajando desde los 12 años. Como pinche en una carpintería en la que lo utilizaban de bestia de carga, en una carnicería en la que acabó enfermando de ver tanta sangre junta y tanta brutalidad y como peón en una fábrica de baldosas, en la que cada vez que tenía que descargar un camión de cemento en sacos de 50 kg. su cuerpo menudo quedaba dolorido hasta la próxima descarga. De modo que sus muchas fantasías y la necesidad de dejar atrás una vida en la que no esperaba futuro, le hacían ver la plaza de marmitón en un barco, por la que tanto había esperado, preguntando una y otra vez, como una verdadera liberación.
-Hay que joderse- gritó mirando al cielo-¿Ahora voy a tener que hacer de niñera también? -
Os aviso, si el cocinero no se hace cargo lo vais a tener que traer vosotros de San Esteban.
-Mañana de madrugada salimos y no tengo ganas de hacer de repartidor de vuestros paquetes.

-Y recordar que estamos sin mayordomo, así que en Sevilla sin falta quiero ver como sube por la escalerilla ese tripulante.
Las palabras del capitán en los oídos del muchacho, sonaban como una bomba y no quería pensar ni por un momento que el citado cocinero no quisiera hacerse cargo de él y tener que volver de nuevo a lo ya conocido.
Después de toda una vida como capitán en barcos de mayor porte, en la ruta de la península a la isla de Cuba en los años dorados de la emigración a la colonia, ahora se encontraba que le habían dado el mando de un pequeño carbonero, un candray en la jerga, como colofón a toda una vida de trabajo para la compañía. Los años no perdonan y la juventud viene empujando con gran fuerza, arrinconando al viejo capitán vasco a un lugar en el que no se sentía nada cómodo y acababa pagando con su tripulación las amarguras de su vida.
-¡Venga chaval!, -dijo don Ramón al nuevo marmitón de su barco- Coge tú maleta y tira, vamos a ver que se puede hacer contigo. ¿Sabes si te mareas? que también jodería que te me mareases ya en el viaje hasta San Esteban.
-No señor –le contestó en un hilo de voz el muchacho-, y emprendieron la marcha escaleras abajo.
Don Ramón, delgado, fibroso, con su gabardina blanca anudada a la cintura, sus zapatos recién lustrados, su traje azul y su chapela vasca, daba el aspecto del clásico lobo de mar, la autoridad máxima sobre el barco y proyectaba esa imagen a sabiendas de su autoridad.
A la puerta de la vieja casona en donde tenía su sede las oficinas de la naviera Asón, esperaba un coche. Le pareció al muchacho el coche más bonito que había visto en su vida. Él que el viaje más largo que había hecho en su vida había sido desde Ribadeo a Avilés, Avilés a Ribadeo con un billete de tercera, ahora iba a viajar en un coche, un Citroen 11 ligero, un taxis de la localidad, pero eso no importaba, era un coche particular y él estaba a punto de subirse a para comenzar el viaje de su vida.
Don Ramón se acomodo en la parte trasera, delante, al lado del conductor sentaron al muchacho, él cual puso sobre sus rodillas su maleta de cartón y el coche inició la marcha pendiente abajo.
La salida de Avilés le agradaba doblemente, ahora encaminaban la avenida de galicia, la misma que le conducía a Ribadeo y por unos momentos podía pensar que lo que estaba haciendo era regresar y lo estaba haciendo en un coche particular, nada que ver con un coche de línea y con un billete de tercera.
La carretera sinuosa, cuajada de carros tirados por animales. Los campos verdes, sembrados, coloridos. Los castaños y pinos del borde de la carretera ponían límite por momentos a sus ansias de ver. Largo, muy largo se hacía el camino, tenia ganas de llegar, de ver su barco, su nuevo hogar.
Iba a ganar mucho dinero, podría comprarse ropa, permitirse algún capricho, comprarse libros y estudiar, de modo que el viaje se estaba haciendo eterno y le consumían las ansias de comenzar su nuevo trabajo.
Sabía que no lo tenía nada fácil, la vida en los barcos era difícil, los hombres rudos, el mar no era una cosa para tomárselo a broma y las jornadas las presumía agotadoras y además había mentido, se mareaba. Lo sabía de sus viajes a Ribadeo en los cuales el estómago amenazaba con salírsele por la boca a cada curva. Ahora confiaba en que el viaje sería más corto, iba con otra ilusión y además el coche era un coche precioso, negro, brillante, señorial, un coche como solo se podría fabricar en aquellos años así que por tanto, con un poco de suerte y con la ilusión mantendría alejado el mareo y Don Ramón podría continuar sentado como un señor en la parte de atrás, sin ningún contratiempo.
San Esteban de Pravia era el puerto de salida natural del carbón de las cuencas mineras asturianas. Hasta allí llegaban los vagones repletos de carbón tirados por locomotoras de vapor que a su llegada cubrían todo el puerto de un humo espeso que hacía picar los ojos. Allí, en el puerto, los vagones se alineaban en varias vías paralelas, desde donde una gran grúa, los recogía y mediante un dispositivo de volcado vaciaba su contenido sobre las bodegas de los barcos que cargaban en ese puerto.
En aquellos años San Esteban era un pueblo de continuo movimiento, los barcos se acoderaban en sus muelles a la espera de ser cargados con el preciado carbón de piedras grandes, muy distinto al que se suministraba a los hogares para su consumo de, trozos pequeños, demasiada morralla y alguna que otra piedra por el medio para hacer que el producto pesase y engordar los bolsillos de los carboneros. Aquel carbón negro y reluciente como el azabache, se cargaba principalmente con destino al sur de España, en barcos de mediano porte desde donde regresaban cargados de trigo, sal o piritas de Huelva, para los puertos del norte.
El coche enfiló la cuesta del fielato y se detuvo frente a la verja que delimitaba las instalaciones portuarias. El conductor se apeó del vehículo abrió con delicadeza la puerta de atrás, para que se bajase el capitán, el cual dirigiéndose al muchacho le conminó a que cargase los bultos que él traía, así que cargando su maleta en una mano y en la otra los bultos de los encargos del capitán emprendió la marcha tras el paso rápido y seguro de este.
-Suerte chaval, -dijo el taxista como despedida- Pero recuerda que es más seguro pisar siempre donde pisa la vaca.
-Gracias señor, -le respondió el chico- lo tendré presente.
-Ten cuidado y mira donde pones los pies, -le advirtió el capitán- pisa en las traviesas de los raíles y no tropieces. Cruza cuando estés seguro de que te dará tiempo a cruzar antes de la llegada de un nuevo tren.
El capitán, con las manos en los bolsillos saltaba de una vía a otra con la agilidad de quien se ha pasado toda la vida entre las dificultades de los puertos. Detrás con paso vacilante corría el chico.
Pasadas las vías y llegado a la línea de los bolardos, desde donde los barcos afianzaban las amarras, el chico dirigió la mirada a la gran grúa, que en ese momento levantaba un vagón del ferrocarril cargado hasta los topes de carbón. La imagen le pareció colosal. Un vagón del tren, con su carga, suspendido por una grúa y volando sobre su cabeza. ¡Nunca había visto nada igual en su vida!.
Al bajar la vista al barco sobre el cual volcaban los vagones, su corazón dio un vuelco. En la popa, pintado en letras blancas sobre el negro de su casco se podía leer el nombre, Deimos y un poco más abajo el puerto de su matrícula, Bilbao. Era un barco precioso, enorme, escorado a la banda de babor por el peso del carbón sin estibar y echando el humo de la combustión de sus calderas, por su enorme chimenea también negra.
-¡Venga chico, -gritó de nuevo Don Ramón- no te duermas que es para hoy, y no tenemos todo el día!.
Las palabras de D. Ramón le sacaron de su ensoñación, mientras este subía ya por la pasarela del barco, de modo que no le quedó más remedio que apurar el paso para seguirle.
La tripulación del Deimos estaba formada además de por su capitan D. Ramón, por una abultada dotación, muy común en aquellos tiempos en los que la fuerza bruta predominaba sobre todas las cosas, la técnica era la gran desconocida, los medios materiales, escasos, y por otro lado sobraban hombres:
· Tres oficiales de puente.
· Un jefe de Máquinas
· Tres oficiales de Máquinas
· Un contramaestre
· Un calderetero
· Un mayordomo
· Un cocinero
· Dos camareros
· Tres engrasadores
· Tres fogoneros
· Tres marineros
· Dos mozos (ayudantes de marineros)
· Dos marmitones (ayudantes del cocinero)
· Y León, un perro (se había colado un día de polizón abordo y ahora se paseaba por el barco como si fuese su propietario, sin que el subir y bajar por la pasarela eximiese a quien lo hiciera de los consabidos ladridos. No tenía raza determinada, era tan negro como el carbón que se cargaba y lucia sobre su pelo toda la mugre y grasa de la que fué capaz de acumular desde su subida al barco).
Veintisiete almas y un perro, metidos en un amasijo de chapas de acero roblonado en la Inglaterra Victoriana, movidos por una máquina alternativa de vapor que a 85 rpm. era capaz de hacer avanzar el barco a una velocidad de 8 nudos, considerada bastante normal para la época y que a su lento caminar iba dejando tupida estela de espeso humo negro.
La disposición del mismo era también la clásica del momento, a proa un rancho, un lugar húmedo y frío. Un mamparo de acero longitudinal dividía la zona en dos, separando el personal de cubierta y el de máquinas. La pintura sobre el acero desnudo tenía el color confuso del paso del tiempo. Cuatro hileras de literas con acomodación para dieciseis personas con sus correspondientes taquillas. Más a proa y con acceso desde estos dos compartimentos unos lavabos. Por el centro y para dar sinfonía con su constante golpear en las noches de tormenta, bajaban los escobenes de las cadenas. Este era el lugar en donde dormía marineros, mozos, fogoneros y engrasadores.
Separando la habilitación principal de la oficialidad y maestranza, las bodegas uno y dos. De banda a banda de las bodegas fuertes vigas de acero laminado roblonado soportaba los cuarteles, eran estos pesadas piezas de madera de dos metros por uno que precisaban de la fuerza de dos hombres para colocarlos, y que cubiertos por cuatro encerados, uno sobre el otro, intentaban hacer estancas las bodegas a los golpes de mar, los aguaceros y a las mas de las veces en las que la bodega número uno iba bajo el agua.
Los oficiales y la maestranza compartían la parte central del barco, la más cómoda. Bajo el puente, el capitán disponía de un camarote independiente compuesto por un salón despacho con entrada desde cada banda del barco y a resguardo de los pasillos del puente. Ya en el despacho dos puertas daban acceso, una a un pequeño baño con ducha independiente, y la otra a su lugar de descanso. La decoración estaba compuesta de cuadros de cartas marinas, las paredes forradas de caoba, los sofás de cuero inglés sobre un mullido de crin de caballo, lámparas de bronce atornilladas a los mamparos y una gran cama en un rincón con balanceras para no caerse en la parte expuesta, sobre una cajonada labrada de caoba.
Bajo el camarote del capitán dos pasillos recorrían la habilitación central del barco de proa a popa. A las bandas, los camarotes, la banda de babor para los de máquinas y gambuza, como se denominaba al personal de cocina, la de estribor para los de puente y maestranza. A proa y entre los pasillos, la sala y comedor de oficiales con acceso desde los pasillos y con portillos a la zona de proa. La decoración similar a la utilizada en el camarote del capitán, una mesa en una banda que siempre presidía el viejo, nombre cariñoso utilizado para el capitán, un sofá de cuero negro en esquina para el descanso de los oficiales. A continuación un espacio, el guardacalor, por donde salia el asfixiante calor de la sala de máquinas hasta la cubierta superior. Siguiendo esta línea estaba la cocina, era un habitáculo de unos 15 metros cuadrados y con acceso desde ambos pasillos, la luz cenital pasaba a través de una claraboya en el techodel centro de la estancia. Una cocina de carbón, unas alacenas para guardar los peroles, un fregadero de acero y un banco corrido pegado al mamparo de popa y en el que a horcajadas se sentaban contramaestre y calderetero a las horas de las comidas y les hacia la función de mesa.
A popa, después de las bodegas tres y cuatro, se encontraba la gambuza. Era este el lugar en donde se estibaban las provisiones. Tenia acceso directo desde las bandas y en su interior además de la cámara frigorífica se ubicaban también los guardines del timón. Con lo cual, un lugar peligroso en el que había que andarse con cuidado de no quedar atrapado en uno de los golpes del timón.
La vida en los barcos tiene sus propios horarios, antes de las 8 de la mañana el desayuno, a las 12 la comida principal, a las seis de la tarde la cena y así un día tras otro, una semana tras otra, un mes tras otro.
El capitán bajaba por la escalerilla desde la cubierta superior y se introducía por el pasillo de estribor seguido a duras penas por el chico, que no era capaz de asimilar todos los lugares por los que pasaba. Pensaba en sus adentros que si ahora lo dejasen solo sería incapaz de encontrar la salida.
El cocinero, con mandil blanco y chaqueta del mismo color sobre un pantalón de cuadros azules y blancos se afanaba sobre los peroles de la cocina, cuando el capitán entró en ella.
-Buenas tardes –le dijo sonriente- te traigo el nuevo ayudante, tú verás lo que puedes hacer con él.
El cocinero dirigió su mirada al chico que se encontraba en el quicio de la puerta sin atreverse a entrar.
-No se preocupe D. Ramón, mejor si es la primera vez, de este modo pondrá más interés y además no vendrá maleado. Ya veremos como resulta, si no es de nuestro agrado con tirarlo al agua lo tenemos todo resuelto – respondió el cocinero a la vez que sonreía al capitán.
-Qué tenemos para cenar – preguntó el capitán- a la vez que levantaba una de las tapas de la tartera, para mirar lo que se cocinaba en ella.
-Marmitako de primero y filete de patatas de segundo, mi capitán –respondió el cocinero
-Pues venga, que van a ser las seis y tengo hambre- respondió.
Salió por la puerta contraria a la que había entrado y se perdió caminando por el pasillo en dirección a la cámara de oficiales. El cocinero en ese momento miró al chico y se quedó pensativo durante unos instantes.
-Vamos chico, ven que te indicaré cual es tu camarote. Coloca allí tus cosas y cuando termines ven a ayudarnos, que tenemos que empezar a repartir la cena y el capitán tiene hambre, ya lo has oído- ordenó.
Atravesaron la cocina y al otro lado del pasillo el cocinero abrió la puerta de un camarote. Al abrirla y mirar su interior: dos literas cubiertas de ropa sucia, y un armario, a la banda de babor frente a la puerta, una mesa de escritorio revuelta, con restos de comida, en el mamparo de proa.

A la izquierda pegado al mamparo de popa, un lavamanos de loza que de tanta mugre que tenía era imposible conocer su color. Sobre el lavamanos un espejo y al lado de este un quinqué de bronce montado sobre un cardan, que sobresalía sobre todas las cosas, era lo único que brillaba con luz propia en todo el camarote. La luz entraba por un portillo de bronce sobre la segunda litera, en lucha por abrirse paso con los amasijos de ropa.
Pese a todo, el camarote le pareció al muchacho un lugar cómo y agradable, era mucho más de lo que esperaba, sin duda las cosas iban a ir bien.
-Tu compañero de camarote, no sé que cojones está haciendo en la gambuza, -dijo el cocinero- cuando regrese ya te indicará cual es tu litera y tu armario. Entre los dos os ponéis de acuerdo, ¿vale?.
Tras decir esto, salió del camarote cerrando la puerta y dejando al chico en medio con su maleta de cuadros en la mano. De modo que puso su maleta sobre una de las literas, se quitó la chaqueta que llevaba puesta y tras doblarla la guardó en la maleta. Tomó aire y salió al pasillo para incorporarse a su nuevo trabajo.
El cocinero apoyado sobre la puerta de estribor de la cocina repartía directamente desde la marmita a los platos de aluminio que le iban pasando los marineros, y que en fila aguardaban su turno alineados en el pasillo de estribor.
Sentados a horcajadas sobre el banco de la cocina estaba dos hombres mayores. El más joven no bajaba de los 65 años, o al menos eso fue lo que pensó el muchacho, estaban comiendo con sus platos de aluminio sobre el banco. Estaban sucios del carbón que se cargaba y más que marineros parecían hombres salidos de una mina y hambrientos, por la forma de comer. Se trataba del contramaestre, el mayor, y del calderetero y que al ser considerados personal de maestranza tenían el privilegio de comer en la cocina. Los otros, cada uno se las apañaba como podía una vez cogido el plato con su ración de comida, unos sobre las bodegas, al resguardo del guarda calor a la salida del pasillo, otros en el mismo pasillo, de pie, apoyados al mamparo y a cubierto del polvo del carbón que se cargaba y que pese a cerrar las puertas estancas se filtraba por los ventiladores y portillos mal cerrados.
-Buen provecho –dijo un poco apocado- ¿Qué tengo que hacer?
-Abre uno de esos cajones, ponte uno de esos mandiles y lava lo que hay amontonado en el fregadero- le respondió el cocinero, sin levantar la mirada de lo que estaba haciendo.
Los viejos marineros continuaron con su comida sin prestar la mas mínima atención a quien había entrado, absortos como estaban en dar cuenta a su plato de marmitako, que así a primera vista y por el olor que desprendía la cocina, tenía pintas de estar muy bueno. La vista de la comida en los platos le hizo recordar que solo había tomado un poco de café negro antes de salir de su casa y que llevaba todo el día sin comer, pero eso no era ningún problema, tampoco sería la primera vez que se acostase sin nada que llevarse a la boca y hoy presumía que no iba a ser el caso.
Se apresuró a colocarse el mandil y comenzó a fregar una pirámide de tarteras, espumaderas, cazos y toda suerte de utensilios de cocina que se habían utilizado para hacer el rancho de la cena. Los comensales de la izquierda también dieron buena cuenta del segundo plato y al terminar tiraron sobre el fregadero los platos de aluminio que habían utilizado para que los fregase. Movieron el banco y se sentaron uno al lado del otro con la espalda pegada al mamparo.
-¿De donde eres chaval?- preguntó el mayor de los dos
-De Ribadeo, señor.
-¡Hombre, la pequeña república! Tranquilo chaval, te gustará esto ya verás, -le respondió
El hombre tenía la cara tiznada de carbón, una boina raída que no se había quitado ni para comer, sobre la camisa también sucia una chaqueta de indescifrable color, pantalones con algún que otro remiendo y calzaba unos zuecos de madera a las que un buen zapatero había cosido alrededor de su empeine un trozo de la cámara de las ruedas de un coche, con lo que el hombre se había fabricado unas botas de agua. Aparentaba más de 80 años, pero solo pasaba un poco de los 70. Había navegado, como el viejo capitán en los vapores de la ruta de cuba, pero la tacañería de la compañía que no había pagado unos años del montepío, le obligaba a continuar en aquel barco a la espera de completar los años precisos para poder jubilarse. El viejo contramaestre soñaba constantemente con su familia y su tierra de la Palmeira en la ría de Arosa a la cual esperaba poder regresar al finalizar su embarque. Miró al techo y se quedó un rato en silencio al cabo del cual se incorporó y mirando a su silencioso compañero hizo ademán de iniciar la salida.
-¡Vamos, caldereta! Baja a la máquina y pica el caballo que tenemos que empezar a arranchar y necesitamos baldear la cubierta- exclamó en su salida.
El calderetero continuaba sentado con la espalda apoyada al mamparo, era un hombre delgado, vestía una camisa de cuadros y un pantalón con manchas de grasa. De uno de sus bolsillos sobresalía un mazo de cotón al que con frecuencia recurría para limpiarse manos y cara. Calzaba zapatillas de esparto que en algún tiempo debieron de ser azules. Sin decir media palabra se incorporó y salió de la cocina por la misma puerta por la que había salido el contramaestre.
La pirámide de cacharros parecía no tener fin. Agua, jabón esparto y arena eran incapaces de quitar tanta grasa. El ruido de las máquinas, el carbón al caer desde el vagón a la bodega del barco, los marineros por el pasillo dando cuenta de su rancho, ensordecía el ambiente.

Enfrascado como estaba no prestó atención a la entrada de una nueva persona a la cocina.
-Menos mal, ¿Qué carajo has estado haciendo tanto tiempo?- gritó el cocinero.
-Arranchando las cosas en la gambuza. ¿Y éste quien es?- preguntó el recién llegado.
-El nuevo marmitón, así que ponlo al día y poneos de acuerdo entre los dos para repartir el trabajo.
El reparto del trabajo es un eufemismo utilizado por quien ya está y conocido por quien llega, que quiere decir más o menos que el que está tiene patente de corso para delegar las tareas más pesadas en el que llega y este las ha de asumir sin poner mala cara, de modo que dicho todo, esto el reparto fue de lo más sencillo. El recién llegado asumiría las tareas de fregar, limpiar, pelar las patatas, limpiar el pescado, cargar la gambuza, etc… ah!... y lo más importante, a la hora de reponer el carbón para la cocina, el que tenía que meterse en la carbonera era el recién llegado.
Terminado el reparto de la cena y una vez acabada la limpieza llegó la hora de reponer fuerzas.


El rancho le pareció una comida extraordinaria a la que no estaba acostumbrado y se preguntó si todos los días seria así.

Capítulo segundo: La Navegación
Tumbado en mi litera noto como el barco se balancea lentamente, pausada y rítmicamente. El portillo del camarote se introduce bajo el agua cada vez que el barco cae sobre esa banda, dejando ver la oscuridad y la profundidad del mar. El miedo me atenaza el estómago y la cena del día anterior puja por salir por el mismo lugar por el que había entrado.
Habíamos salido de San Esteban de madrugada y ahora nos encontrábamos navegando por el cantábrico con un rumbo que nos llevaría a pasar cerca del cabo Estaca de Vares, punto de referencia desde el que se tomaría rumbo a las Islas Sisargas, preludio de un nuevo punto de referencia, soñado por los navegantes, el faro Finisterre. Desde allí, la próxima vez que se vería tierra sería al paso por las Islas Berlingas, ya en la costa portuguesa y el siguiente punto sería San Vicente para enfilar desde allí a San Lucas de Barrameda, desembocadura del Guadalquivir y puerta de entrada al puerto de Sevilla, en cuyo muelle de la paja se descargarían las 2000 tm de buen carbón de las minas asturianas para el suministro de las cocinas andaluzas.
Atino a ponerme de pie de un salto y salgo corriendo al pasillo en demanda de un retrete en el que poder dar salida a las nauseas que se agolpan en la garganta.
-¿Qué pasa chaval, te mareas?- preguntó con cierta socarronería un marinero con el que se cruzó en el camino, a lo que como respuesta se escuchó un murmullo de risas de los que andaban cerca.
La primera navegación es siempre la mas recordada, y el paso por las islas Berlingas en un amanecer brumoso, con la costa de Peniche a babor y la luz del faro de de la isla prisión por estribor es algo que permanece imborrable en la memoria y motivo de añoranza cada vez que me encuentro en las proximidades de sus aguas.
Sevilla a finales del mes de Mayo luce alegria de unas cercanas fiestas de abril y resplandece en sus jardines de Maria Luisa, su plaza de España y su famosa calle de Sierpes, centro neuralgico de la vida Sevillana en los los sesenta.

El Laion en la Copa America


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El Laión en la Copa America

Pese al pequeño contratiempo de la borrasca que ha pasados por esta zona y que nos impidió salir el viernes como estaba previsto, el Laion está preparado para salir rumbo a Valencia. Espero tener tiempo durante la travesía para hacer un relato pormenorizado de lo que acontezca, pero entretanto os invito a que os deis un paseo por la página del GAVEA para que tengais información general de lo que representa este proyecto.
Por fin el pasado miércoles pudimos salir de Ribadeo Rumbo a Vigo. Al final las cosas se complican, pero del mismo modo se van solucionando y poco a poco ha quedado todo más o menos decente para poder salir.
La salida de Ribadeo la hicimos a las 8 de la tarde y despues de 26 horas de una tranquila navegación con vientos del nordes de 30 nudos entre Sisargas y Finisterre nos hicieron dar algunas planeadas de 12 nudos, lo cual no está nada mal para un barco de las características del Laion.
A las 10.30 PM del día17 ya estábamos amarrados en el club náutico de vigo, en donde como estaba previsto al día siguiente se presentaron los de Toldos Orca a primera hora para hacer las nuevas fundas y capotas (alguien preguntaba hace días para hacerse una capota, así que a la vista del trabajo, la eficiéncia y la seriedad, yo es recomiendo Toldos Orca)
Las prisas no son buenas consejeras, por lo que despues de haber trabajado en el taller hasta altas horas del día de ayer, hoy hubo un pequeño problema que tienen que subsanar, así que hasta el lunes por la mañana no se terminarán los toldos y capotas.
La meteo para el lunes por la tarde da vientos del nordes de 30 nudos en esta zona y la costa de portugal, de modo que si todo sale como está previsto, el martes a media tarde saldremos con rumbo a Peniche.
A las 10.30 de la noche hemos entrado ne Peniche despues de una agradable navegación desde Vigo, desde donde salimos ayer a las 8.30 de la tarde.
Ha sido una navegación tranquila con un vientecillo del norte nordes y con una ola de mar de fondo del noroeste bastante incómoda, pero aún así, agradable.
Como anecdotas destacables el que la driza de mayor se nos ha vuelto a atascar y hemos tenido que izarla con el amantillo y que la tripulación, por aquello de que nuestro destino final es Valencia, quisieron salir de Vigo despues de dar cuenta de un buen arroz caldoso, el cual a primeras horas de la madrugada y aún sin digerir tapaba los anuncios de los costados. Parece ser que los que se incorporaron en Vigo no tenían aún el cuerpo amarinado.... eso es lo que dicen, pero sin mencionar para nada las botellas de albariño de las que dieron cuenta.
Mañana a media mañana saldremos para Lagos o Vilamoura, dependiendo un poco de como estén las condiciones al doblar el cabo San Vicente.
Después de una buena cena a base de pescadito a la plancha regado con buen viño verde y sin haber localizado el "siento dous", despues de un merecido descanso, una buena ducha el desayuno correspondiente y el haber subido al palo para solucionar "a medias" un problema que tenemos con la escota de mayor, salimos de peniche a las 13,30 hora española con destino a Lagos o Vilamoura.
El tiempo está perfecto, al fin estamos viendo algo de sol y tenemos un viento del norte-nordés que nos está empujando a 6.5 nudos. Parece que hoy vamos a tener un buen día de navegación.
Afortunadamente el barco está respondiendo muy bien y salvo los problemas de la driza y los cortes de las velas que no han sido muy afortunados, el resto está ok.
La tripulación está respondiendo muy bien y parece que ya están amarinados.... ya veremos si las botellas del vinho verde no nos hacen perder el amarinamiento......
Muchas gracias a los que nos enviáis las palabras de ánimo y sin duda nos veremos en nuestras paradas. Lo bueno es que BEGANO nos ha cargado tanto el barco de bebidas que incluso hemos tenido que dejar en Vigo parte de la carga, así que ya sabeis..... os esperamos con sed.
A las 13 horas hemos pasado el Cabo San Vicente y de común acuerdo se ha decidido no entrar en Lagos y continuar al estrecho aprovechando que el tiempo que tenemos es perfecto.
Las condiciones del mar son inmejorables, con un viento que nos entra por la aleta de estribor y que ayudados por un poco de motor a 1200 rpm. nos da una un andar de alrededor de 7 nudos. La previsión es pasar el estrecho en la tarde de mañana y entrar a descansar en cualquiera de los puertos de la zona de málaga.
El personal continua contento, bien bebido y bien comido y con la moral alta.
Nos encontramos frente a Trafalgar despues de una navegación de placer por el golfo de Cadiz.
Tanto el día de ayer como la noche ha sido perfecta y solo durante la madrugada hemos tenido unos chubascos que nos hicieron poner los trajes de agua. Ayer incluso nos permitimos tomar el sol tumbados en la toldilla. La verdad es que estamos teniendo un tiempo magnífico.
En estos días he ido descubriendo que hay cosas que los colegas ocultamos y que son verdaderamente gratificantes, así el colega Carlos ha resultado un cocinero de primera que con sus sopicaldos hace que las noches de guardia se pasen más confortables, Tardío prepara unos entrantes regados de buen vino que nos tonifican y Manuel nos ameniza las tardes con su guitarra, así que la verdad es que poco más se puede pedir..... bueno, por pedir .... siempre falta algo.... Estoy seguro que alguno se preguntará que papel me toca en esta fiesta, así que he de reconocer que como ni sé cocinar, ni toco la guitarra, lo mio es fregar los platos, pero tiene que haber gente "pa to".
Hoy a las 16.30 hemos pasado al través de Punta Europa y ahora estamos a dos horas de entrar en Estepona.
Hemos tenido, como dicen algunos, una navegación de mercante, pero a vela...
La salida de Peniche la hicimos con buen viento y y nos duró casi hasta el Cabo San Vicente, con buena már y viento constante.
Esta pasada madrugada en el golfo de Cadiz hemos tropezado con alguna que otra tormenta de aparato eléctrico y bastante agua pero las capotas que nos hicieron en toldos Orca han cumplido su función y hemos navegado secos.
La idea para estos días es descansar hoy y salir mañana a media tarde con destino a Almerimar. Ahora ya nos vamos a tomar las cosas con más calma ya que la fecha tope para llegar a Valencia es en la tarde del día 31, así que creo que salvo que se compliquen mucho las cosas no tendremos problemas.
Estamos utilizando el canal 77, pero parece que nuestros cofrades no están mucho por la labor, veremos desde aquí si hay más suerte y vamos conociendo a los cofrades del mediterraneo ya que de otro modo no tenemos muchas oportunidades.
Acabamos de salir de Puerto Banús. Ha sido en el único sítio en el que nos confirmaron que nos suministrarían gas-oil. Resulta decepcionante coleccionar las separatas del Skiper relativas a los puertos, para al final no poder fiarte de ellas.
Con las coñas casi nos tenemos que quedar hasta el lunes para poder repostar.....
En fin, que afortunadamente hemos salido con una meteo no muy favorable, pero creemos que en caso de necesidad hay suficientes puertos desde aquí hasta Almerimar en donde poder meternos.
En estos momentos la navegación es un tanto incómoda con una ola de aleta que nos hace bailar el merecumbé (utilizando palabras del cofrade J.Aguirre). Llevamos puesta la mesana y el génova y vamos dando 7 nudos.
Y ahora la crónica de tierra, QUE NO SOLO DEL MAR VIVE EL PIRATA.
La pasada noche fué noche de relaciones internacionales. Ya se sabe que una de las actividades del Laion es dar a conocer su programa GAVEA, de modo que entre música de chunda chunda, humo y alcohol intentamos difundir el espíritu GAVEA a unas teutonas (leer bien, que no he escrito lo que habeis pensado). De lo que ya no estoy muy seguro es de lo que al final acabarian entendiendo ya que eran Noruegas y nosotros de noruego nada de nada, si al menos fuese el sueco igual hasta alguno se habría hecho, pero noruego....!!!!
La cuestión es que es difícil hacerse entender dado que las pobres se tenian que agachar para que pudiesemos decírselo al oido y la verdad, resultaba un poco cómico el vernos a nosotros de puntillas y a ellas casi arrodilladas, hay que decir en honor a la verdad que nosotros somos de la media corta española y ellas parece que estaban en la larga de su pais. En fin, que pasadas las 4 de la madrugada terminamos los cuatro tomándo la última en la bañera del Laión felices de haber llegado hasta aquí.
Bien, estamos en 36º28'12N 4º45'17W. Son las seis de la tarde y es hora de hacer el cambio de guardia.


Desde las 10 de la mañana nos encontramos amarrados en Almerinar.
La navegación desde nuestra salida de P. Banús ha sido muy entretenida ya que hemos tenido un viento de poniente con rachas de 40 nudos de viento real que nos regalaron algunas planeadas de 12 nudos en la madrugada.
Para evitanos males mayores habíamos decidido no izar la mayor ya que apesar de haber montado una portuguesa las trasluchadas por la noche no nos sientan nada bien, asi que solo con genova y mesana hemos venido haciendo una media de 6.5 nudos.Como anécdota del día tenemos el atascamiento del aseo de proa por parte del amigo Tardío, quien pese a decir que tenía diarrea, se perdió dos horas en el aseo y al final tuvo que pedir socorro al no poder desatascarlo.
El bricolage de la mañana al entrar en puerto ya os lo figurais, entre el amigo Tardío y el voluntario de Manu que dijo que él ya estaba acostumbrado a estas cosas llegó la mi..da hasta el salón, con perdón.
Hay que decir en descargo de Tardío que el culpable de todo es Carlos que con su dotes culinarias nos está echando a perder la línea a todos.
Pues bien, desde Almerimar con un buen sol, que por fin lo hemos visto y este viento que parece que no nos dejará salir mañana, nos vamos a tomar un respiro y descansar, además de que nuestra cofrade Polen nos ha hecho un plan de navegación que por nada del mundo nos queremos perder.
Nos encontramos en mitad del golfo de almería en posición 36º30'52N 002º25'02W, con una mar incómoda y un viento de poniente de entre 15 y 25 nudos de real, muy lejos de la fuerza 6/8 que daban para esta zona. La velocidad con genova y mesana está casi establecida entre los 4.5 y los 5.5 nudos, hemos apagado el motor nada más virar punta de las entinas y si no fuese por este meneo estilo batidora estaríamos como los reyes, pero es lo que hay.
Ayer se incorporó un nuevo tripulante llegado de galicia, así que esta mañana hemos hecho una pequeña escursión hasta el aeropuerto de Almería para entregar el coche de alquiler con el que se había desplazado. Abrigábamos la esperanza de conocer a nuestra cofrade Polen, que con su voz melosa nos tenía enbelesados, pero está claro que mi sino es que no llegue a disfrutar de la dulzura de la luz de sus ojos..... (perdonar la licencia poética, se ve que me está afectando este movimiento).
La cuestión es que nuestra cofrade es una mujer comprometida con su pueblo (el compromiso con la taberna es sobradamente conocido por todos) y parece que la noche electoral la dejó con una pequeña resaca. En fín, ella se lo ha perdido, es la segunda vez que me da calabazas, así que la próxima vez tendrá que ser ella la que se desplace al norte, para lo cual queda formalmente invitada.
Afortunadamente ya hemos empezado a tener contactos con los cofrades de esta zona y resulta verdaderanente reconfortante ver como no estamos solos en nuestro recorrido y que las llamadas de aliento y deseos de ayuda se van multiplicando. Esto hace que uno se sienta arropado y que forma parte de una familia bien avenida que se preocupa por el bienestar de sus miembros. Gracias.
Siendo las 12 horas del día 29 de Mayo del año del señor del 2007 y en la posición 37º32'03N 000º48'06W nos disponemos a arribar a islas hormigas en el cabo de palos en hora. Entretanto Carlos empieza a preparar el menú de hoy que mantiene en secreto y discute con Tardío que se ha autonombrado mayordomo de abordo y nos tiene requisadas las llaves de la gambuza. Por momentos no sé yo si hasta se lo tendremos que agradecer ya que de tanto dormir, tan poca actividad y el tanto comer será bueno a nuestras edades, lo de Manu es entendible ya que está en la edad y se le supone cierto desgaste.
La noche ha pasado muy tranquila, pero hemos tenido que encender el motor nada más rebasar el cabo de gata al haber caido el viento totalmente.
De común acuerdo se ha tomado la decisión de arribar a Torrevieja esta tarde y conocer un puerto más, por otro lado abrigamos la esperanza de que se nos acople la piratilla grimex, ya veremos si este puerto no le queda muy lejos y podemos disfrutar de su compañía.
Desde las cinco de la tarde estamos amarrados en la marina de Torrevieja, en un mal amarre que nos está haciendo bailar más de lo que hemos bailado en todo el viaje.
El año pasado cuando subí el Rasputín me clavaron en Santa Pola, este año nos han clavado en Torrevieja, está claro que esta zona está pensada para los guiris. Además han pretendido una vez más cobrarme la tarifa G5 que ya pagamos en nuestro puerto base, menos mal que aquí lo han entendido y al menos no nos lo han cobrado, el año pasado la respuesta de la responsable fué que si no estábamos de acuerdo que soltase amarras y.... "ancho es el mediterraneo".
Para más INRI hemos cogido la guía con la hélice al dar marcha atrás, así que tendremos que volver a echar mano del bueno de Manu para solucionar el problema.
Al final del viaje haremos un resumen de los gastos y los problemas con los que nos entamos encontrando en los puertos en los que estamos recalando, pero en principio me reafirmo en lo que dije el año pasado. Almerimar es el mejor puerto y el más barato de cuantos hemos ido tocando, como ejemplo ayer nos cobraron 13€ y hoy nos han cobrado 35, en almerimar un amarre de primera, aquí deberían de pagarnos por estar aquí.
Bien, será cuestión de darnos una ducha, salir a cenar y pensar en salir mañana zumbando para Moraira.
A las 9.30 hrb. hemos salido de Torrevieja. Nos ha defraudado un poco, ni habaneras ni gaitas.... con las ganas que teníamos de cantar.
Nuestra intención es entrar esta tarde en Moraira en donde embarcaremos a la cofrade Grimex que ya ha confirmado hace un momento que nos acompañará hasta Valencia, además allí tendremos la oportunidad de conocer a Carlos y a Alex, felices armadores del Tortuga, así que haremos patria y esta noche prepararemos una gran "QUEIMADA" a la que estáis invitados todos los cofrades que podáis acercaros.
Hoy, despues de la mala tarde de ayer en Torrevieja, sí se puede decir que estamos disfrutando del mediterraneo y tenemos un día de los de sol y moscas, lo malo, siempre ha de haber un pero, es que no hay nada de viento, pero bueno.... ya hemos tenido bastante estos días de atrás, así que hoy a disfrutar del sol.
Son las 11'00 hrb y estamos en la posición 38º05'20N 00º33'43W, en nada estaremos pasando entre el cabo de Santa Pola y la Isla de Tabarca. Me parece que fué ayer cuando el año pasado las estaba pasando moradas para entrar en Santa Pola con el Rasputín. Hay que ver lo masocas que somos, lo mal que lo pasamos a veces y lo mucho que disfrutamos cuando por fin estamos amarrados y lo podemos contar.
Creo que las mejores palabras son aquellas que para definir las cosas no necesitan de textos largos, así que la mejor palabra que conozco para definir el día de ayer es "GRACIAS".
Gracias Ales, Carlos, Amparo y Orazio por permitirnos conoceros, por el placer de vuestra compañía y por haber hecho que nos sintíesemos como en nuestra casa. ¿Qué digo?. ¡¡Mejor que en nuestra propia casa....!!!!
La noche fué muy corta, como cortas se hacen las cosas que nos hacen felices y solo sentimos la marcha de nuestros anfitriones que obligados por sus responsabilidades nos dejaron en las muy buenas manos de los cofrades Agua y Grimex.
Un dato solo que sirve para daros una pequeña idea del estado de felicidad alcanzado, es que a altas horas de la madrugada el amigo Tardio se dió un baño a plena luz de luna que nos dejó a todos con la boca abierta. En 30 años que conozco al individuo nunca le había visto tal arrojo, decisión y valentía, si bien la ocasión lo merecia....
Moraira, sin palabras... Merece un comentario largo que os prometo hacer tan pronto me sea posible. El amanecer paseando por sus calles es placer de Dioses y el baño en una preciosa cala cerca del amarre a las 8.30 AM en compañía de grimex, es algo que le hace a uno revivir. En fin... GRACIAS.
Como estaba previsto hemos entrado en la Marina de la ACM el día 31 a las 9 de la noche después de un dia de navegación desde Moraira.
Estamos atracados en el pantalan Bravo, amarre 12, para todos aquellos cofrades que queráis acercaros por aquí, además de que abusando de vuestra buena generosidad vamos anecesitar de algún cofrade o cofrada que esté dispuesto o dispuesta a navegar con nosotros y ayudarnos en las tareas de cargar y descargar al personal. Desde el lunes nos quedaremos solo dos personas y el Laion no es muy fácil de gobernar.
Aún no estamos recuperados del viaje y hoy ya empezamos con las actividades, así que tan pronto como me sea posible haré una crónica pormenorizada de todo lo acontecido desde nuestra arribada. Lo que sí os puedo anticipar es que nos sentimos completamente arropados por la cofrade GRIMEX, que está haciendo lo posible e imposible pare que no nos falte de nada.
Después de unos días en valencia y del final de la LV en el día de ayer, hoy nos encontramos con un día de descanso antes de continuar con las actividades del GAVEA, que no por haberse terminado la competición hasta el día 23 nosotros dejamos de hacer salidas.
Hoy sin ir más lejos tenemos una importante salida con los voluntarios y voluntarias de copa américa para agradecerles sus atenciones y desvelos, así que les haremos una "QUEIMADA".
Ayer en una más de sus muchas atenciones nos llevaron a un concierto en en Palau de la Música y no podemos por menos que dejar constancia de nuestro agradecimiento. Se preocupan por nosotros, nos acompañan en nuestras actividades y nos allanan el terreno si tenemos dificultades, la verdad es que son unos auténticos voluntarios.
Estamos pasando unos días muy agradables en Valencia, así que aprovecho para informaros de que hemos instalado una carpa en el paseo de la malvarrosa, al lado del hotel balneario, en donde estais invitados a conocer las actividades del programa GAVEA.
Separata de un tripulante del Laion:
Un saludo para todos los que leéis estas paginas, muchos de vosotros ya me conocéis y otros seguramente habréis oído hablar de mí y de mis innatas cualidades para el buen hacer en los fogones. Hoy por primera vez entro en este foro y si lo hago es ante todo para agradecer ncia a Ramón: gran patrón y mejor persona, a Tardio: un divertido, alegre y extraordinario compañero, a Manu: fuerte, valiente y sosegado vigues, aunque un poco inexperto guitarrista pero buen desatascador, a Israel: silencioso compañero de cámara cualidad que siempre es de agradecer, los buenos ratos que hemos pasado juntos, tanto en la mar como en puerto, tanto en los amaneceres con la mar encrespada, como en los amaneceres entre luces y música en algún chiringuito de recalada. Tampoco me puedo olvidar de las personas que hemos encontrado en el camino y que nos brindaron su hospitalidad y ayuda, aunque todos fueron excelentes no puedo menos que mencionar a la buena amiga Amparito que primero nos acompaño como tripulante, después nos guío y nos abrió las puertas de Valencia, que nos cuido con esmero, dedicación y encanto. Por ultimo agradecer a la gente que no conozco, ni se siquiera quien son, que a través de esta pagina nos mando su aliento y apoyo y su puntito de envidia (plenamente justificada)Como la mayoría habréis podido adivinar yo soy Carlos (el que faltaba)....efectivamente soy Carlos que por causas de la informática me he convertido en Nautor al no poder convertirme en Slocum que era el nombre con el cual quería definirme, por ser el que mas se aproxima a mi idea del mar. “Slocum”: gran marino mercante, armador, aventurero, amante de su familia y de la mar que fue su gran pasión y de la que jamás se pudo alejar. “ Slocum”: el que aparejo n viejo barco con sus manos y con un sextante y un gran corazón realizo en silencio lo que nadie tan siquiera se atrevía a soñar. De todas formas lo de “Nautor” tampoco me parece mal pues yo navego, he navegado toda mi vida y si Nuestra Señora del Carmen lo quiere lo seguiré haciendo.En fin chicos y chicas, creo que para ser la primera vez no esta mal, no se muy bien como funciona esto pero espero que este mensaje os llegue y podamos continuar en contacto.UNA APERTA PARA ELLOS Y UN BESO PARA ELLAS