jueves, 11 de junio de 2009

El Viaje del Rasputín (primera parte)



El viaje del Rasputín (Parte Primera)
Desde el pasado día 19, el Rasputín está ya en su nueva plaza de amarre en aguas gallegas, después de una travesía desde Denia a Ribadeo que resultó cómoda, apacible y entretenida. Solo lamento que por anticiparme un día en la recalada a Almerimar me quedé sin poder conocer a Polen y era algo que me habría hecho mucha ilusión.No puedo comentar en este antro de piratas que los días previos a la salida y durante la preparación del viaje temblaba de miedo cual frágil damisela pensando en lo que se me venía encima. El cambio de mi Temais de 27 pies a este First 38 me producía un extraño abultamiento en la garganta que no me dejaba respirar bien….Y llegó el día de la salida en el que en solitario me tendría que enfrentar al proceloso Mediterraneo con sus cabos y sus costas desconocidas para mi. De modo que cual valeroso ignorante me dije a mi mismo para influirme valor que peor que el cabo Finesterre, Touriñana o Villano no sería y a las 8 de la mañana del día del señor, miércoles 5 de abril, me hice a la mar.Ya en la bocana de salida y teniendo frente a mi el cabo San Antonio con una brisa de poniente no pude menos que mirar para el palo y pensar que cuando aquel palo se llenase de velas iba a ser la …… pero en fin, empujando como pude el grosor de aquello que atenazaba mi garganta me dispuse a izar la mayor sin dejar de pensar en el esfuerzo que suponía hacerlo en el Temais. ¡¡¡¡Sorpresa….!!!! El izado resultó más fácil y cómodo de lo que pensaba, de modo que una vez arriba y presa la driza en el mordedor del palo regresé a la bañera para dar los últimos toques con el winche. No me lo podía creer, había tardado menos y con más facilidad , de modo que me dio valor para soltar el genova y comprobar que el esfuerzo al tener que utilizar los winches era menor. Genial, con todo y gobernando el piloto automático había rebasado el cabo San Antonio en medio de las maniobras.La bahía de Javea me recibió con sol y brisa de poniente y la vista del Cabo de La Nao con un mar en calma, motor a 2000 rpm., velas al viento y un andar de 7.5 nudos acabó de tranquilizarme.La mañana dio para todo, hasta las 2 de la tarde en que las cosas empezaron a complicarse. El viento comenzó a subir y el mar no era como al que estaba acostumbrado, por momentos parecía hervir alrededor y de cuando en cuando un tren de olas aparecía por proa barriendo todo cuanto encontraba a su paso. Ya con el genova recogido y dos rizos de mayor tomados la tarde se hizo eterna hasta llegar a Santa Pola en que mi poca previsión acabó de aguarme la fiesta. Las alarmas estaban fijadas en 16 nudos de viento y había rachas de 30, de modo que no paraban de pitar y no sabía como desconectarlas, así que mi aproximación a Santa Pola fué de lo más caótica. Alarmas pitando, bajar la vela y plegarla, poner defensas y preparar cabos en medio de aquellos bandazos tuvo su miga, pero la entrada me reconfortó tanto como la ducha que siguió al amarre. Santa Pola bien, pero con peros….. Para comenzar me calcan 30,23 € y meten en medio de la factura 1.53 € por la tarifa G-5 que yo ya pago en mi puerto base. De nada sirvió el que le presentase la factura de mi plaza de amarre en donde viene este concepto ni que le argumentase que si ella paga su aparcamiento en su ayuntamiento, cuando viaja a otro no le vuelven a cobrar esto. Nada, si no está usted de acuerdo suelte las amarras y ancho es el mediterraneo…… Hay que decir a todo esto que la chica que me atendió estaba de muy buen ver y que cumplía con aquello que se suele decir “sí, es guapa, pero tonta”. Se que me perdonareis las piratas, es solo una pequeña divagación…. La siguiente singladura con parada en Cartagena comenzó al día siguiente a las 8 de la mañana. Las cosas ya estaban mucho más claras que el día anterior, de modo que la mañana pasó volando entretenido en la marcha del Rasputín que devoraba las millas sin enterarse por lo que al dejar la isla de las hormigas por mi través de estribor decido que no merece la pena hacer la parada en Cartagena y ya desde allí pongo rumbo a Garrucha a donde llego a las 11 de la noche. Sobre las 8 de la tarde realizo una llamada por el canal 9 al puerto de Garrucha para solicitar un atraque para la noche y me contestan que dada la hora de llegada no habrá nadie por lo que puedo colocarme en donde más me guste y que a la mañana siguiente ya realizarían los trámites. Lo siento por ellos me marché a las 8 de la mañana y no habían aparecido, con lo cual el amarre fue muy baratito. La verdad es que aquí salta el episodio en el que se cumple la famosa ley de ese que dice que si las cosas salen mal, aún pueden salir peor y al atracar en medio de dos veleros y con una pequeña arrancada a las 11 de la noche y sin que nadie esté a proa, con todo el pantalán forrado de cubiertas de coches fue a pararse en el único sitio en el que no la había. Consecuencia, una pequeña herida en la roda, insignificante, pero dolorosa en el amor propio. La singladura de Garrucha a Almerimar solo tuvo el problema del exceso de confianza. La bajada hasta cabo de Gata con mar y viento de proa me hacía pensar que cuando doblase Gata mi suerte cambiaría y haría una navegación preciosa con viento y mar por el costado de babor, pero me olvidaba de que estaba en el Mediterraneo, con lo cual, al virar Gata el viento y la mar seguían de proa, impensable pero cierto. Solución equivocada, meterme un poco al golfo de Almería sin pensar que todo cuanto me metiese lo tenía que desandar después, de modo que tomando equivocadamente Punta del Río por Punta Sabinar y sin encomendarme a Dios o al Diablo me meto en un berenjenal que me dio el día para superar Roquetas de Mar. He de decir llegado a este punto que el poco calado desde punta Sabinar hasta la boya de enfilación del puerto de Almerimar me tuvo preocupado un buen rato. Almerimar tuvo su cosa. En principio pude abastecerme de Gas Oil cosa que pese al sablazo de Santa Pola no puede hacer allí, por no tener suministro por no sé que disculpa tonta me pusieron. La verdad es que después de ser atendido en el surtidor me invitan a entrar en capitanía para realizar las formalidades y me atiende FUMI, un chino o japones (me vais a perdonar, pero yo no los distingo) que muy amablemente me invita a sentarme y me pide la documentación del barco y tantos datos que al final le pregunto si tengo también que decirle el número de empastes que tengo, cosa que sirvió para relajar un poco las formalidades. Llegado el momento crematístico, me pregunta si quiero la llave de los servicios y el adaptador de la energía eléctrica y que de ser así debo dejar una señal de 40,00 € o un documento de identidad si me voy a marchar antes de las 9 de la mañana ya que antes no podrían devolverme el dinero, por lo cual decido dejar el DNI sin dejar de pensar en lo que vendría después. Si por la señal de estos elementos eran 40,00 € el amarre iba a ser un pastón, de modo que al decirme que la cuenta eran 9.83 € no me quedó mas remedio que preguntar con cierta extrañeza si no se habría equivocado. Y no, no se había equivocado, 9.83 € en un puerto precioso, con un trato exquisito, una plaza adecuada al barco y unas instalaciones envidiables. Solo un pero…, no puede conocer a Polen….. pero eso fue por mis prisas. La salida fue un poco complicada. A las 8 de la mañana había tal niebla que era incapaz de ver la proa, de modo que tocó esperar un poco a que levantase. Cuando pude ver el canal de salida me decidí, no sin antes preguntar por las previsiones y que me confirmasen que levantaría a media mañana, como a sí fue. Ese día el mediterraneo me permitió disfrutar de un apacible día de navegación con una mar en calma y una brisa adecuada para una navegación a vela tranquila. A la altura de Motril y ya con un día completamente despejado, pude disfrutar de un mar azulado, una costa preciosa y unas cumbres nevadas que hicieron que mereciese la pena, por solo este día, una navegación así. Al final de la tarde y siguiendo los sabios consejos de un cofrade me encontré llamando al puerto de Vélez Málaga en solicitud de atraque. Nuevas sorpresas, el puerto estaba completo pero si no me importaba me dejaban acomodarme en el hueco del trávelin en donde tendría también suministro de luz y agua para pasar la noche y además de un trato amable y preciso la factura fue de 10.68 € con lo cual, miel sobre hojuelas. Muchas gracias cofrade por tu sugerencia ya que además el pescadito frito me supo a gloria. Y hasta aquí mi navegación en solitario por el proceloso mar mediterraneo. Al día siguiente y siguiendo la recomendación de Ninhao me saltaría Gibraltar y recalaría en Rota antes de dar el salto a Lagos, pero ya lo haría en compañía de mi buen amigo Castelo, quien después de un largo viaje desde Galicia se había enrolado esa tarde. Bien, como no quiero cansaros después de esta perorata que os acabo de soltar, esperaré a vuestros comentarios y si consideráis que el relato es de vuestro interés continuaré otro día.

El Viaje del Rasputín (segunda parte)



El Viaje del Rasputín (segunda parte?

El viaje del Rasputín (Parte Segunda)
La salida de Vélez Málaga se realizó mediante el consenso de pasar el temido estrecho con luz diurna para evitar más problemas de los necesarios, por lo que después de un día de navegación cómoda y tranquila, a las 7 de la tarde nos encontrábamos sacando fotos a la Mezquita de Gibraltar al través de Punta Europa. El atlántico nos recibía con su cara más amable, con ausencia de viento mar en calma y poco tráfico, solamente un par de ferrys en tránsito a Marruecos mantuvieron un rato nuestra atención, después de esto, tranquilidad total y luz hasta rebasar Tarifa con lo que nos permitió disfrutar del paisaje y ver como comenzaban a encenderse las luces de Tánger a la vez que repasábamos mentalmente los cabos y problemas del examen del lejano PY. Trafalgar lo marcamos cenando, en una noche estrellada en la que decidimos que la haríamos justos de guardia dormitando por momentos aislados en el salón para ayudar en caso de necesidad al que se encontrase en ese momento en cubierta. El gobierno estaba encomendado al piloto automático que fue una inestimable ayuda en todo el trayecto, y por tanto nuestra única ocupación consistía en la vigilancia de los posibles abordajes, el trimado de las velas y el control de la ruta. Una goza en suma. A las 5 de la madrugada y después de una noche de luna llena preciosa y de un mar en calma, hicimos nuestra entrada en el puerto de Rota en donde amarramos al lado del surtidor de Gasoil a la espera de repostar, hacer unas pequeñas compras y salir con destino a Lagos. Dada la hora decidimos que lo mejor sería aprovechar y dormir hasta la llegada del personal, el cual a las 8.30 de la mañana con una gentileza de la que solamente se puede esperar en estas tierras, nos despertaron con la consabida pregunta de si queríamos repostar. Lleno el tanque y dos bidones adicionales con 40 litros, pasamos el Rasputín a la punta del pantalán en donde nos habían indicado que podríamos dejarlo sin problemas mientras realizábamos las compras. Rota como todo el litoral, no tiene nada que ver con el tiempo en que en el 70 me tocó pasarme allí unos meses como parte de la dotación del Dédalo. El sol y la amabilidad de sus gentes continuaban siendo los mismos, pero por más que lo intenté no conseguí recordar ni una de sus calles y ni uno solo de los locales en donde pasábamos las tardes de permiso, se ve que la edad ya comienza a hacer sus efectos….. Aprovechamos de comer tranquilamente amarrados y una vez recogidos todos los elementos a son de mar, con la tranquilidad de la tarde salimos a rumbo directo a Punta da Piedade en Lagos a donde llegamos a la madrugada siguiente después de una noches tranquila de suave navegar, solamente roto el encanto por la continua vigilia al acercarnos a las costas portuguesas y comprobar el alarde de iluminación de sus aparejos que más que aparejos parecía el ferial de la verbena de la paloma. Qué decir de Lagos. Para quien como yo ve Portugal como un potencial que se comerá Galicia en cuatro días, no hizo más que reafirmar mi tesis. Gente amable, tiempo inmejorable, marina limpia, ordenada, con personal eficiente, atento, diligente y además con precios contenidos, 21, 78 € el amarre de una noche. Solamente el problema de la salida, que al tener el puente peatonal, el horario de apertura del mismo es desde las 9 de la mañana a las 7 de la tarde, hora portuguesa, con lo que tuvimos que retrasar nuestra salida a las 10 de la mañana de nuestro horario, pero hasta en eso hemos tenido suerte, parece como si en este viaje estuviese todo dispuesto para que fuese una completa satisfacción y que hasta los pequeños contratiempos estuviesen enfocados a subsanar nuestras imprevisiones. Dispusimos el día para descansar, hacer limpieza, pasear, empaparnos de saudade, disfrutar de la gastronomía portuguesa y después de una noche de sueño reparador, a las 10 de la mañana salíamos de Lagos con destino a Peniche, para lo que también nos saltaríamos la escala prevista en Sines. Superada a Punta da Piedade y tomado rumbo a Punta de Sagres, el atlántico nos recibía con un aparente de 15 nudos del NO que nos permitió realizar a vela esta distancia a una velocidad de entre 7 y 8.5 nudos con una ligera y contenida escora sobre la banda de babor que nos permitió conocer el buen andar que tiene este barco. El cabo San Vicente, imponente y majestuoso empezó enseñándonos un poco los dientes, el viento subió un poco y la remontada la comenzamos con viento por la amura, mar formado y alguna que otra barrida de cubierta que nos hizo pensar que la costa portuguesa no iba a ser cosa de tomársela a broma, pero no fue así, solo nos quiso recordar que el mar tiene sus encantos, pero también sus momentos amargos y hay que saber convivir con todos ellos. Con el genova recogido y la mayor a tope de palo tuvimos que reducir vueltas al motor y dejar la marcha en unos 4 nudos para hacer más confortable el viaje ya que a más velocidad, más que en velero parecía que viajásemos en submarino. A medida que la tarde fue perdiendo fuerza, la costa se fue alejando de la vista y el sol se ocultaba por el horizonte, el viento fue bajando de intensidad y el mar se fue calmando con lo que pronto volvimos a nuestra marcha de crucero de 6.5 nudos y después de una cena tranquila dispusimos nuestro ánimo para pasar una noche de vigilia disfrutando de un cielo completamente despejado que nos permitió contemplar una noche estrellada y un amanecer frente al iluminado puente del estuario del tajo. Continuábamos navegando a rumbo directo a cabo Raso desde que habíamos rebasado Cabo San Vicente y nuestro próximo destino sería Cabo da Roca, el cual una vez superado nos permitió arrumbar, ya directamente a Peniche dando el correspondiente resguardo a esta costa. En la madrugada hacíamos la entrada en Peniche y nueva sorpresa. Cuando estábamos dudando en donde atracar, ya que no se vislumbraban los surtidores del Gas Oil por ningún lado, de una lancha de vigilancia salta el “Romerales portugues” y nos da toda cuanta información podemos entender además de solicitarnos los cabos y ayudarnos a amarrar, igualito que aquí… ¿verdad?. Una vez amarrados nos indica que hay que esperar a que suba un poco la marea ya que los surtidores estaban en una zona en la que quizás no tendríamos el suficiente calado y nos recomendaba que aprovechásemos para realizar el papeleo de entrada, para darnos una ducha caliente y después ya repostaríamos con tranquilidad. Un 10 para el Romerales vecino. Peniche con 13.02 € de atraque no es tampoco uno de los puertos caros en este particular muestreo de la náutica peninsular, además de ser un puerto tranquilo en el que compartimos pantalán con algún que otro compatriota y los consabidos transmundistas del norte de Europa que tantas envidias me despiertan. Fue este un día muy tranquilo que dio para pasear, realizar alguna que otra compra y más de una confidencia al atardecer sentados en la bañera notando que ya el final del viaje estaba cerca. Nuestro siguiente destino sería Viana do Castelo. De nuevo nos saltábamos una de las escalas previstas, esta vez sería Aveiro, pero el temor a que tanta suerte no nos acompañase durante tantos días, hacía que nuestro interés estuviese en llegar cuanto antes a aguas gallegas, de este modo si las cosas se complicaban siempre sería más fácil dejar el barco en cualquier marina de las Rías Bajas, incorporarnos a nuestras obligaciones y en un fin de semana terminar el traslado. Está claro que no contábamos con que la conjunción de los astros estaba de nuestra parte y una vez doblado cabo Carboeiro y dejado las islas Berlingas por nuestro babor arrumbamos a Viana do Castelo con un viento del SO y una corriente a favor que nos empujaba a una marcha constante de entre 7.5 y 8.5 nudos en toda la singladura. La llegada en plena oscuridad nos pilló desprevenidos, la idea de realizar la entrada a plena luz del día y el sol alto nos la había trastocado la marcha que habíamos mantenido durante toda la navegación, por lo que nos encontramos en la entrada de Viana en medio de una fiesta de luces rojas y verdes sin saber muy bien que camino tomar. Impuesta la cordura nuestra siguiente preocupación vino al ir acercándonos al puente que cruza el estuario sin encontrar la entrada a la marina y con el temor de habernos pasado de largo. De pronto y tapadas las luces de la entrada por un edificio modernista sobre un parque público, apareció la bocana de entrada no muy ancha pero cómoda y al lado mismo de la entrada teníamos ya el surtidor de gas oil. Aprovechamos de repostar para después amarramos en el pantalán que nos asignaron frente la gasolinera y decidimos descansar un rato antes de hacer las formalidades de entrada dada la hora que era. Mas tarde vendría la ducha, y el papeleo, en donde por cierto y dada la proximidad de las tierras gallegas el importe del amarre, 18.36€ ya se estaba empezando a igualar, de momento aún disfrutamos de la amabilidad del personal de la marina. La llegada de la familia de mi amigo, que ese mismo día me dejaba (dicho en el buen sentido de la palabra, que no es cosa que en este antro de piratas tengamos malos entendidos) puso el colorido de día de excursión al compartir mesa y mantel en la comida y cena de ese día que al ser sábado de pascua y estar en tierras portuguesas nos devolvió un poco el espíritu de la semana santa tan arraigada en nuestros vecinos en lo místico y tan viajera y festiva en nosotros, desde cierto tiempo acá. Por ese motivo nos quedamos sin escuchar los fados y la fiesta que suelen hacer en el Restaurante Los Tres Potes a la hora de cenar. Al día siguiente y ya de nuevo en solitario, la travesía de Viana do Castelo hasta Portonovo fue una delicia, sol, nubes altas y mar tendida del noroeste que daba un buen navegar. A la altura de las islas Cies decido meterme por el interior de la ria de Vigo para que las islas me tapasen un poco el maretón que se había ido formado y que empezaba a ser un poco incómodo, de este modo al abrigo de Cies y de Ons, pasado cabo Home me encontraba ya navegando por zona conocida para amarrar en Portonovo a media tarde, en donde pagamos 23.20 € y donde el único pero que podemos poner es que la resaca que entra y rebota en playa hace algo incómoda la estancia. La llegada de mis hijos a primeras horas de la noche me encontró en plena faena de orden y limpieza. Quería que se encontrasen el barco inmaculado, mi hija se quedaría esa noche con nosotros y mi hijo me acompañaría ya en las que serían las dos últimas singladuras de este viaje al decidir que haríamos una parada en Camariñas para ver a nuestro querido Temais, cenar con unos amigos y su nuevo propietario y la siguiente ya seria Ribadeo. La navegación Portonovo-Camariñas fue perfecta hasta donde puede serlo, es decir, hasta el cabo Finisterre, desde allí como siempre, o mejor dicho como casi siempre, nos tuvimos que amarrar los machos….. y luchar contra un mar y viento del norte que quería que llegásemos a Camariñas mojados de pies a cabeza. Superado el cabo de la Nave a duras penas, nos dejamos caer pegados a la costa conocida hasta el resguardo, que por otras ocasiones esperaba encontrar en la Playa de Nemiña y a la espera de remontar el cabo Touriñana pegados a tierra. Ya superado Touriñana el viento nos empezó a entrar por la amura de babor y las condiciones de navegación mejoraron bastante hasta el cabo de la Buitra en donde ya al resguardo que produce el Cabo Villano nos dejó arrumbar a Camariñas sin ningún problema digno de mención. Camariñas como siempre, al menos para mí, es un magnifico puerto de refugio al que por una razón u otra llego después de una apurada navegación y quizás por eso o por la amabilidad de sus gentes me siento como en casa. Esta vez me encontré con algunos cambios y un ambiente algo enrarecido por algún problemilla con las elecciones de su club (¿que pasará últimamente con los club náuticos que las directivas que se están formando acaban de mala manera por los juzgados?. ¿Será cosa como la de la política que en principio nos quieren arreglar nuestras vidas y al final lo hacen para arreglar las suyas?. No sé, no sé, pero no me gusta lo que está pasando) Lo dicho, que la amable Mari Carmen ya no lleva la cafetería y la marinería conocida tampoco estaba, pero aún así, disfruté de un día de completo descanso, cené entre amigos, me reencontré con mi anterior barco y no pude dejar de pensar en quien me decía que tenia cierto valor al hacer este viaje. Valor, lo que se dice valor había que tenerlo para navegar con el Temais por toda la costa asturiana y gallega durante tantos años sin ningún problema. Nunca me había dado cuenta, hasta ahora al poder comparar, lo pequeño y noble que es. ¡Ah…! Que me olvidaba, el importe del atraque 9.00€, muy barato para estar en Galicia, pero que no se enteren que son capaces de subirlo. Y ya el final. Para los que habéis tenido la paciencia de leer hasta aquí tengo que daros las gracias y envidiaros…. Si habéis sido capaces de leer esto podéis hacer cualquier cosa que os propongáis, menudo peñazo que os habéis tragado…. La salida de Camariñas a las 12 de la mañana estuvo soleada, mar en calma y viento moderado del nordeste. La subida hasta las islas Sisargas fue tranquila y sin problemas por lo que aproveché para ir indicando a mi hijo la zona de costa que estábamos recorriendo. Hasta Sisargas como he dicho, ya que desde allí la cosa se empezó a complicar y la navegación hasta cabo Prior y el seno de La Coruña estuvo bastante movida. Desde Prior decidimos ir rascando las piedras y procurarnos un poco de abrigo al amparo de Punta Frouxeira y más tarde Punta Candelaria, con el temor de que la cosa se complicase más al acercarnos a cabo Ortegal. No me habría hecho mucha gracia el entrar en Cedeira de noche teniendo tan cerca los bajos de Punta Chirlateira. Por suerte a medida que nos fuimos acercando a Candelaria el viento y el mar se iban quedando permitiendo que la remontada de cabo Ortegal y Estaca fuese de lo mas apacible. Desde el Cabo Estaca de Bares ya trazamos un rumbo directo a los Farallones de San Ciprian, con su resguardo correspondiente, disfrutamos de la iluminación de la factoría de Alcoa que ilumina con sus luces parte de esta costa y arrumbamos desde allí directamente a Ribadeo en el que hicimos nuestra entrada, dando por finalizado nuestro viaje, a las 6 de la madrugada.
Coste del viaje:
Amarres…………………… 136.10 €
Gas Oil……………………. 532.67€
Víveres …………………… 118.58€
Total................................... 787.35€
Se que entenderéis que no se haga detalle del resto de gastos por razones obvias… Buenas noches y muchas gracias por vuestra paciencia queridos colegas y perdonar si es que sois capaces, el haberos robados tanto tiempo.

Ocho días de Agosto




Ocho días de Agosto
Pasado un tiempo de lógica vagancia y metidos de lleno ya en la inactividad que proporciona el invierno, es llegado el momento de hacer balance de la última travesía.En la segunda quincena del mes de agosto y después de la envidia, sana envidia, de ver pasar por mi puerto base a todos los transmundistas que desde el norte de Europa bajan en dirección al mediterráneo o se aventuran en el cruce del charco, motivo de doble envidia. Después por otro lado de quedarme este año sin Volta Náutica a Galicia por el feliz transporte desde el mediterráneo a Galicia del Rasputín y después también de cambiar impresiones con el cofrade de Santander, Pencof en su navegación por las costas gallegas, decido que no se puede terminar este verano sin una navegación de placer. De modo que utilizando las mejores artes posibles en un intento de ilusionar a la comandante en jefe en una aventura que nada la seduce, salvo que sea ir a tomar el sol fondeados en una playa, propongo una travesía desde Ribadeo a Santander, en la que entraríamos en Avilés, Gijón, Lastres, Ribadesella, Santander y regreso directo a Ribadeo. Las fechas serían entre los días 18 a 27 de agosto, es decir, 10 días.Pero como todo proyecto tiene también sus imprevistos, este no iba a ser menos y uno de los previstos imprevistos, como no podía ser de otro modo, estuvo en la climatología que nos obligó a posponer un día la partida y como todo lo que mal comienza no puede terminar bien, esto no iba tampoco a ser menos, pero no adelantemos acontecimientos.Revisado el navío, realizada la aguada correspondiente y estibadas provisiones como para realizar un par de pasos al caribe, pertrechos y almiranta trincados a son de mar, largamos amarras para enfrentarnos al proceloso cantábrico siendo las 9 horas del día del señor, sábado 19 de agosto.Las 10 de la mañana nos dieron en N-43º35’07, W-6º58’16 con viento del noroeste y ola montada que hacía una navegación algo incómoda. La almiranta mirando cuando nos embarcaría una de esas olas por la popa, de modo que la travesía no se presentaba nada gratificante.Por la popa, y tratando de darnos alcance el tabernario Pencof y un par de veleros más que habían salido un poco más tarde de Ribadeo y que su recalada era Gijón. La gran ventaja de navegar con otros colegas cerca está en poder intercambiar impresiones por el VHF y hacer las horas de navegación más amenas. Por otro lado, también se puede comprobar lo que puede rolar el viento en un corto periodo de tiempo ya que mientras nosotros disfrutábamos de un viento por la aleta de babor que nos acompañó casi hasta la recalada en Avilés, a los que venían un poco más retrasados no les estaba ayudando tanto.Procuro entretenerme en las horas de navegación tomando la posición de GPS y marcándola en la carta cada hora, lo cual me ayuda además a mantener la línea de tanto subir y bajar escaleras, de modo que las 12 de la mañana nos dieron en N-43º37’11, W6º38’44 y casi al través de Puerto de Vega a un rumbo de 092º y un andar de 7.4 nudos. No lo estábamos haciendo mal.El sonido de fondo ya os lo figuráis “ESTO SE INCLINA MUCHO, NO ENTIENDO QUE TENGAMOS QUE IR CON TANTA VELA, ESTAMOS MUY LEJOS DE LA COSTA, MIRA QUE PASARNOS UN MONTÓN DE HORAS PARA ALGO QUE SE PUEDE HACER EN UNA….”. En fin….. que como otro tabernario escribió: “mujer y barco no casan muy bien”, salvo honrosas excepciones que me maravillan cada día en esta taberna y aquel otro que como también se puede comprobar “los pantalanes están llenos de separados”Me hizo mucha gracia algo que leí en la taberna sobre que cuando una pareja está muy compenetrada sobre la cubierta, o es la otra…., o es la segunda, tercera, etc. Nunca me canso de aprender de los demás. Mi almiranta trincada a los candeleros de popa y dando la murga…. la almiranta de Pencof informando vía VHF de las incidencias del viaje y preocupándose de cómo nos iba a los que estábamos haciendo la misma navegación. Uno no puede dejar de sentir cierta envidia sana, en determinados momentos.Las 2 de la tarde nos vieron cortar el N-43º38’02, W-6º19’44 teniendo el faro de Vidio por la amura de estribor. La marcha en ese momento había bajado un poco hasta los 6.9 nudos, pero la navegación aún que algo incómoda estaba siendo muy positiva. El sol aunque no calentaba mucho, alegraba con su presencia.De comer nada de nada, que con aquel movimiento no se soltaba la almiranta de los candeleros ni para ponerse a mear, de modo que me preparé un pequeño refrigerio y disfruté como un enano con las miradas envenenadas de quien presuponía que si comía algo ayudaría al engorde de las pesquerías del cantábrico.A las 4 de la tarde y ya rebasado el través de la Isla de la Deva en posición N-43º36’59, W-6º01’55, arrumbados ya al faro de Avilés, el resguardo que nos proporcionaba Cabo Peñas dejó un mar en calma que con el role del viento al norte-nordeste nos permitió disfrutar de un agradable final de travesía y que hace que verdaderamente sea lo que se recuerde al final del viaje.A las 5 de la tarde nos encontrábamos ya amarrados a los pantalanes de Avilés en donde un club modesto está intentando promocionar la navegación. El único problema con al que se están encontrando es el que nos encontramos todos los que disfrutamos con este medio y son las trabas de todo tipo que nos ponen, tanto la administración como los entes que debían velar por el desarrollo de la náutica, y que nos hacen la vida imposible. La verdad y si se me permite un pensamiento en voz alta, echo de menos la seriedad con que hacían su trabajo y con mucho menos medios, los militares que gestionaban nuestras cosas antes de su traspaso de competencias a marina civil.El puerto de Avilés, que os recomiendo a los que naveguéis por estas costas, tiene la ventaja de que al encontrarse al fondo de una larga ría parece que estemos amarrados en una piscina. Ni un ruido, ni corriente, una tranquilidad total, además de estar a escasos metros del centro de una población amable, con un casco histórico muy rico y cuidado y sin (por desgracia para los avilesinos, por lo que tenía de motor económico) la industria del acero que tanto la afeaba.La idea de pasar la noche y seguir al día siguiente hubo de posponerse. El viento que había ido en aumento desde la tarde anterior aconsejaba quedarse al resguardo del puerto y dejar el paso del Cabo Peñas para mejores momentos.Después de unos días disfrutando de la hospitalidad de los avilesinos y ya con mi cuñada como un tripulante más (dos mujeres con poco espíritu náutico, dos problemas a bordo), a las 9, 30 de la mañana del día 23 largamos amarras del puerto de Avilés con destino a Gijón. El tiempo no era muy estable, con viento fuerte del nordeste, pero confiaba en que nos diese algo de resguardo Peñas y una vez virado llegar en un través hasta Gijón.A las 11 de la mañana nos encontrábamos ya virando el cabo en posición N-43º41’09 W-5º51’38 y con un tiempo mejor de lo esperado con lo cual a las 2 de la tarde estábamos ya amarrados en el puerto deportivo de Gijón en el cual ya nos pudimos asear adecuadamente en unas instalaciones aceptables. Aprovecho para decir que Avilés, pese a cobrar como si dispusiese de todo tipo de comodidades, 18€ para un 38 pies, no cuenta más que con unos cómodos pantalanes.Gijón como siempre acogedora, y más en esos días en que se estaba celebrando el festival de la sidra, bebida asturiana por antonomasia y las calles y plazas del entorno del puerto deportivo que ya de por sí están siempre con un ambiente muy agradable, se encontraban engalanadas al efecto y con un gran espíritu de fiesta.Impensable salir de Gijón y continuar la travesía, de modo que los días siguientes fueron de total descanso y disfrute de la gastronomía asturiana, que no todo va a ser realizar largas singladuras……El sábado 26 a las 11h 45 minutos de la mañana nos dispusimos a realizar el viaje de vuelta. El tiempo parecía estable con un viento del nordeste que no nos ayudaría mucho, pero por lo demás el tiempo parecía despejado.A la 1 del medio día y en la posición N-43º39’15 W-5º46’58 casi rebasando Cabo Peñas y con una velocidad de 5,5 nudos, el viento había subido de forma brusca de modo que más que un barco ya empezábamos a parecer un submarino. La tripulación amotinada desde hacia un tiempo no dejaba de acordarse de mis progenitores (por decirlo de forma fina), cosa por otro lado bastante entendible, dadas las circunstancias, de modo que antes de que se me subiesen a las barbas decido que lo mejor es reducir trapo y entrar en Avilés a dejar el pasaje, librarme de tanganas y salir por la noche cuando las cosas, en teoría se calmasen. Hay que reconocer como justificación de la actitud de los amotinados que el Rasputín no cuenta con capota y la ola pasaba de proa a popa barriendo toda la cubierta, calándonos hasta los huesos y pese a estar en pleno mes de agosto la temperatura no era nada agradable, por lo que cuando a las 15,30 horas amarramos de nuevo en Avilés, la dotación no se molestó ni en esperar a tener el último cabo fijo y abandonaron el barco escaleras arriba sin mirar atrás por si les hacía volver a embarcar.A las 8 de la noche y después de haber comido tranquilamente amarrado en Avilés, hecha sobremesa y compartido café con los colegas de pantalán que siempre entienden nuestros problemas, la luz del atardecer me ve salir de nuevo por la bocana de la barra de avilés. El viento había bajado lo suficiente y la ola tendida permitía un cómodo navegar mientras el sol empezaba a ponerse por el horizonte.Hay a quien no le gusta navegar en solitario. A mi me encanta. Una vez que termino de meter defensas, estibar cabos, reglar las velas y poner el piloto, llega el momento de disfrutar del silencio y la soledad, de prepararse un café bien caliente, de escuchar los sonidos de la marcha, mirar como se aleja la costa, iniciar la agradable rutina de tomar posiciones cada hora, ver como se va metiendo el sol, como empiezan a asomar las estrellas, en fin…. Para algunos este rato de poesía sin duda es una mariconada, así que volvamos a la realidad.Las 12 de la noche a rumbo 275 y en posición N-43º35’44 W-6º32’42 me permiten tener por el través el faro de Luarca, viendo por la popa el faro de Cabo de Peñas y asomando tímidamente el faro de Tapia de casariego. Disfruto de una navegación tranquila, con una ligera brisa y un mar casi en calma que me permiten hacer una marcha de 7.1 nudos sin sobresaltos y me ponen a las 3 de la madrugada en la posición N-43º34’31 W-6º59’43 a poco más de 2 millas de la entrada del puerto de Ribadeo, en donde después de amarrar y tener el domingo para recoger y adecentar el barco, el lunes volveríamos a la rutina diaria, al trabajo, al pensar en nuevas navegaciones, al disfrutar planeando sobre la carta rutas y fondeaderos. Por este año se acabó el disfrutar de las noches en el barco, se impone la triste realidad de cada día a la espera de una dorada jubilación ya que no nos toca una primitiva….

Desde Bilbao a Coruña, pasando por Ribadeo



A las 10 de la noche del sábado 24 de junio el autobús de la línea que une Galicia con el País Vasco sale puntual de la estación de autobuses de Ribadeo. Mi destino es Bilbao en donde me está esperando el Laion y en donde pasaré la próxima semana. Me dispongo a pasar una noche tranquila escuchando música y viendo desde la ventanilla como han cambiado las cosas desde los últimos 30 años que no viajo por esta zona. La verdad es que sí han cambiado, me figuro que no tanto como nos gustarían, pero sí que han cambiado.
Puntualmente a las 5 de la madrugada sale de las entrañas del autobús una porción de gentes somnolientas que aquí tenemos nuestra parada. Después de interesarme en la forma de llegar a Getxo tomo el metro de la línea de Plencia que me dejará en la estación de Gobelas desde donde una corta caminata (según me indican) me llevará al puerto deportivo. Me sorprende el orden y limpieza de la estación del metro. Ni una sola pintada, ni un papel por el suelo, la gente amable y servicial hasta el punto de que los que venían de marcha se comportaban dentro de un orden. Una grata sorpresa para quien espera encontrarse poco menos que una ciudad sitiada.
Como me han indicado una caminata corta me lleva al centro del paseo entre las Arenas y Getxo. Primera duda, se ven dos puertos deportivos, uno a izquierda y otro a derecha de modo que deduzco que será el de la derecha y me pongo en marcha. A estas horas de la mañana en que comienza a amanecer y después de una noche en el autobús apetece caminar. De uno de los locales nocturnos sale una pareja de novios acompañados por los últimos invitados, todos un poco perjudicados. La novia levanta el vestido para poder caminar, el novio arrastra la chaqueta y los invitados que los acompañan están más o menos igual, corbatas en la mano, vestidos descompuestos, risas y voces altas. Parece que han tenido una buena noche de juerga.
Para no despertar a los tripulantes, decido dejar las cosas en capitanía y darme un paseo hasta el puerto viejo y buscar algún sitio en donde desayunar. Me gusta la zona, el paseo es precioso, pero ni un solo local abierto, de modo que desando lo andado y vuelta al puerto a preguntar donde puedo tomarme un café que me reanime. Me indican que quizás en las Arenas, al lado del puente colgante “el más elegante que hay en Bilbao”. Nuevo paseo con la brisa de la mañana y por fin un café. ¡¡¡Dios qué falta me hacia ese café…..!!!!
De regreso al Laion el personal aún continua dormido por lo que me tumbo en la bañera y me doy una cabezadita a la espera de que revivan…….
El domingo pasó tranquilo utilizando la tarde para descansar del viaje.
Lunes 26 de Junio.Después de la ducha y el desayuno es la hora en que han de llegar los invitados que hoy saldrán a navegar con nosotros. La prensa llega puntual y al alcalde de Gatxo le dicen los de capitanía que el barco no pudo llegar por el mal tiempo (se ve que la comunicación y el buen entendimiento en estos organismos es similar en todas partes ya que el barco está en el puerto desde el viernes, demás de que el tiempo pese a estar nublado, está genial) así que el hombre se marcha y se queda sin su chupa chup, ya que de todos es sabido que a un político le gusta más una cámara que a un niño un caramelo.
La experiencia de navegar con personas de capacidad disminuida es de lo más reconfortante. En estos casos uno se da cuenta del esfuerzo y voluntad que ponen para poder hacer las cosas y comienzo a mirarlos de forma distinta a como los miraba hasta hoy. A una niña se le cae el vaso y ante mis “no te preocupes yo te lo recojo” la respuesta de “yo lo hago, soy disminuida pero puedo hacerlo” me deja parado en seco y me doy cuenta de que ayudar sí, pero sin pasarse, quizás sea lo más oportuno y me hace recordar aquello de que el fiel de la balanza está siempre en el centro.
Fueron dos días muy interesantes, con salidas de mañana y tarde en las que cuatro organizaciones de personas de capacidad disminuida del País Vasco disfrutaron de unas horas de navegación dentro del programa GAVEA (Galicia Vela Adaptada) que tiene en marcha La Confederación Gallega de Minusválidos.Martes 27 de Junio.Después de dejar en tierra al último grupo, de hacer gas-oil y de pertrechar el barco para la navegación hasta Gijón, a las nueve de la noche salimos del abra de Bilbao con buena mar y un viento del este de entre 6 y 10 nudos, por lo que la navegación se presentaba de lo más tranquila. A orejas de burro y ayudado por el motor el Laion se tragaba millas a razón de 6 a 8 por hora con un balanceo contenido. A las 2 de la tarde del miércoles 28 y después de una noche en la que se pudo mirar las estrellas, ver las luces de la costa y alguna que otra estrella fugaz, atracábamos sin contratiempos en el Puerto Deportivo de Gijón, en el cual después de una reconfortante ducha y una merecida comida regada con abundante sidra, estábamos listos para recibir a un grupo con el que realizaríamos una salida nocturna.
Si navegar de día con estos grupos es agradable, la noche no tiene desperdicio. El verse lejos de la costa con las luces de las ciudades que conocen desde otro ángulo les suelta la lengua a mil y una preguntas que muchas veces son difíciles de contestar.
Jueves 29 de Julio.A las tres de la tarde decidimos salir rumbo a Ribadeo a donde sin contratiempos deberíamos de llegar sin apurarnos en torno a la media noche con la intención de descansar allí, pero como sucede siempre en el mar….. el hombre propone, pero Dios dispone.
Rebasado el cabo de Peñas y tomado rumbo al faro de Tapia de Casariego, dando un resguardo oportuno a los cabos de Vidio y Busto con un viento del este que nos empujaba ayudados por el motor a una velocidad de 7.5 nudos, parecía que íbamos a disfrutar de un placentero día de navegación, cuando a eso de las 5 de la tarde y en el seno de Avilés nos topamos con una red a la deriva que quiso chafarnos el día. No comprendo como los pescadores que se pasan su vida en la mar, viven de ella y la sufren, son tan sumamente irresponsables como para no darse cuenta de que todo tiene un límite y que lo que un día dejan, al otro lo pueden encontrar.
En un principio pensamos que habíamos enganchado una boya y maldecía mi suerte por no haberla visto. Me molestaba sobremanera el que pasase en este viaje y precisamente en mi turno de guardia. Fue un alivio al menos para mi amor propio el que fuese una red ya que navegan a media agua y no se ven.
Pasados los primeros momentos de desconcierto y descartado el acercarnos a una playa en donde poder bajar a picar lo que arrastrásemos, decidimos seguir navegando a orejas de burro aprovechando el viento que nos seguía empujando. El temor estaba en que dejase de soplar, que la corriente nos tirase contra los cabos o que no llegásemos con la marea adecuada a Ribadeo, con lo que no llegaríamos a los pantalanes.
Pasado un tiempo por la popa se empezó a ver la estela de red que remolcábamos, por lo que decidimos bajar el anexo y armado de chaleco, arnés, cuchillo, con un poco de paciencia y el temor a un baño fuimos cortando parte de la red. No fue gran cantidad pero al menos se reducía la pelota que se formaba el enrollarse en la hélice al poner el motor en marcha y esperábamos que al menos nos permitiese mantener el rumbo en caso de necesidad.
La noche se hizo eterna, pero poco a poco íbamos acortando millas a nuestro destino. El viento se mantenía variando de intensidad, pero al menos estuvo ahí hasta la llegada de la madrugada que nos sorprendió a pocas millas del faro de Tapia. Habíamos navegado con el motor encendido toda la noche para no agotar las baterías y ahora llegaba el momento de comprobar si éramos capaces de hacer avanzar el barco a motor. Recogidas las velas que no hacían otra cosa que flamear pusimos el motor a 1800 rpm. y comprobamos que podíamos dar 1.5 nudos y aunque se calentaba un poco con otro poco de suerte podíamos llegar antes de que comenzase a bajar la marea. Fueron unas horas de navegación penosa en la que el avance tan lento casi parecía que no se producía.
A las 6.30 estábamos entre los faros de las Carrallas y la isla Pancha en la entrada de la ría de Ribadeo y disponíamos aún de hora y media para recorrer la última milla, pero ahora con la ayuda de la marea que nos empujaba suavemente al interior. Fue una noche larga, muy larga, pero cuando nos vimos atracados en el pantalán fue como la superación de un reto. Me figuro que no tiene nada que ver, pero pensaba que después de esto uno ya está preparado para cualquier cosa que se ponga por delante.
Faltaba aún como quitar la pelota de red de la hélice. Habíamos contactado con un buceador pero no vendría hasta la tarde y esto nos trastocaba un poco los planes, así que armados de una pequeña inventiva nos hicimos con una hoz y amarrada a un bichero y desde el pantalán, ayudados por grandes dosis de paciencia fuimos cortando la red, que resultó ser parte del copo de un arrastrero. A las 8 de la mañana estábamos libres para salir de nuevo.
Las nueve y media de la mañana nos ven saliendo de la boca de la ría. Un nordestillo establecido desde la salida del sol nos ayudaría en nuestra última singladura y libre de la pelota que lo atenazaba el motor nos ayuda con una marcha de 8 nudos. Burela, la factoría de Alcoa, los Farallones, Vivero, van quedando atrás y nuestro rumbo a estaca se va acortando a medida que poco a poco también el viento va subiendo de intensidad, llegando a dar un aparente de 25 nudos.
En el seno de Cariño y entre Estaca de Vares y Cabo Ortegal el piloto deja de funcionar, parece que este viaje no está dispuesto a dejarnos disfrutar. Un poco más tarde hace lo mismo la sonda a la que le acompañan el ploter y el equipo de viento. Nos damos cuenta de que pese a que el alternador carga perfectamente las baterías se han cansado de trabajar y se rinden.
Desde que el piloto nos ha abandonado, la navegación se ha vuelto más cansina y máxime después de la noche que hemos pasado de tensión, pero ahora ya falta muy poco para terminar y no vamos a dejar de disfrutar del paisaje que nos brindan los acantilados de San Andrés de Teixido, el faro de Candelaria y la costa de Cedeira. Ya tenemos cabo Prior a la vista y de momento no hay más problemas. Falta virarlo y por nuestra proa tendremos Coruña, además al virar estaremos protegidos de un nordés que ya se está haciendo incómodo.
La virada a cabo Prior por esperada no dejó de sorprendernos cuando a menos de veinte metros por nuestro costado de babor vemos pasar un nuevo paño de red, entre aguas, de unos 100 m2. de superficie, lo cual unido a lo que habíamos dejado en Ribadeo y lo que los aficionados a la pesca nos comentaron que estaban arrastrando estos días a puerto, nos hace pensar que un pesquero se ha debido de deshacer de todo cuanto le sobraba. ¡Lástima no se le enrollase a él en sus hélices…..!
Son las 9 de la noche del viernes 30 de junio, hemos entrado a las seis de la tarde y me encuentro sentado en la bañera central del Laion, en el puerto deportivo de Coruña, esperando a mis hijos que me llevarán a casa. Estoy cansado después de unos días de navegación que fueron intensos y en los que hubo de todo un poco, pero la verdad es que ha merecido la pena y ya estoy pensando en como adaptar las vacaciones del próximo año para volver a colaborar en el proyecto GAVEA.


TEMAIS 04/07/06