jueves, 11 de junio de 2009

Ocho días de Agosto




Ocho días de Agosto
Pasado un tiempo de lógica vagancia y metidos de lleno ya en la inactividad que proporciona el invierno, es llegado el momento de hacer balance de la última travesía.En la segunda quincena del mes de agosto y después de la envidia, sana envidia, de ver pasar por mi puerto base a todos los transmundistas que desde el norte de Europa bajan en dirección al mediterráneo o se aventuran en el cruce del charco, motivo de doble envidia. Después por otro lado de quedarme este año sin Volta Náutica a Galicia por el feliz transporte desde el mediterráneo a Galicia del Rasputín y después también de cambiar impresiones con el cofrade de Santander, Pencof en su navegación por las costas gallegas, decido que no se puede terminar este verano sin una navegación de placer. De modo que utilizando las mejores artes posibles en un intento de ilusionar a la comandante en jefe en una aventura que nada la seduce, salvo que sea ir a tomar el sol fondeados en una playa, propongo una travesía desde Ribadeo a Santander, en la que entraríamos en Avilés, Gijón, Lastres, Ribadesella, Santander y regreso directo a Ribadeo. Las fechas serían entre los días 18 a 27 de agosto, es decir, 10 días.Pero como todo proyecto tiene también sus imprevistos, este no iba a ser menos y uno de los previstos imprevistos, como no podía ser de otro modo, estuvo en la climatología que nos obligó a posponer un día la partida y como todo lo que mal comienza no puede terminar bien, esto no iba tampoco a ser menos, pero no adelantemos acontecimientos.Revisado el navío, realizada la aguada correspondiente y estibadas provisiones como para realizar un par de pasos al caribe, pertrechos y almiranta trincados a son de mar, largamos amarras para enfrentarnos al proceloso cantábrico siendo las 9 horas del día del señor, sábado 19 de agosto.Las 10 de la mañana nos dieron en N-43º35’07, W-6º58’16 con viento del noroeste y ola montada que hacía una navegación algo incómoda. La almiranta mirando cuando nos embarcaría una de esas olas por la popa, de modo que la travesía no se presentaba nada gratificante.Por la popa, y tratando de darnos alcance el tabernario Pencof y un par de veleros más que habían salido un poco más tarde de Ribadeo y que su recalada era Gijón. La gran ventaja de navegar con otros colegas cerca está en poder intercambiar impresiones por el VHF y hacer las horas de navegación más amenas. Por otro lado, también se puede comprobar lo que puede rolar el viento en un corto periodo de tiempo ya que mientras nosotros disfrutábamos de un viento por la aleta de babor que nos acompañó casi hasta la recalada en Avilés, a los que venían un poco más retrasados no les estaba ayudando tanto.Procuro entretenerme en las horas de navegación tomando la posición de GPS y marcándola en la carta cada hora, lo cual me ayuda además a mantener la línea de tanto subir y bajar escaleras, de modo que las 12 de la mañana nos dieron en N-43º37’11, W6º38’44 y casi al través de Puerto de Vega a un rumbo de 092º y un andar de 7.4 nudos. No lo estábamos haciendo mal.El sonido de fondo ya os lo figuráis “ESTO SE INCLINA MUCHO, NO ENTIENDO QUE TENGAMOS QUE IR CON TANTA VELA, ESTAMOS MUY LEJOS DE LA COSTA, MIRA QUE PASARNOS UN MONTÓN DE HORAS PARA ALGO QUE SE PUEDE HACER EN UNA….”. En fin….. que como otro tabernario escribió: “mujer y barco no casan muy bien”, salvo honrosas excepciones que me maravillan cada día en esta taberna y aquel otro que como también se puede comprobar “los pantalanes están llenos de separados”Me hizo mucha gracia algo que leí en la taberna sobre que cuando una pareja está muy compenetrada sobre la cubierta, o es la otra…., o es la segunda, tercera, etc. Nunca me canso de aprender de los demás. Mi almiranta trincada a los candeleros de popa y dando la murga…. la almiranta de Pencof informando vía VHF de las incidencias del viaje y preocupándose de cómo nos iba a los que estábamos haciendo la misma navegación. Uno no puede dejar de sentir cierta envidia sana, en determinados momentos.Las 2 de la tarde nos vieron cortar el N-43º38’02, W-6º19’44 teniendo el faro de Vidio por la amura de estribor. La marcha en ese momento había bajado un poco hasta los 6.9 nudos, pero la navegación aún que algo incómoda estaba siendo muy positiva. El sol aunque no calentaba mucho, alegraba con su presencia.De comer nada de nada, que con aquel movimiento no se soltaba la almiranta de los candeleros ni para ponerse a mear, de modo que me preparé un pequeño refrigerio y disfruté como un enano con las miradas envenenadas de quien presuponía que si comía algo ayudaría al engorde de las pesquerías del cantábrico.A las 4 de la tarde y ya rebasado el través de la Isla de la Deva en posición N-43º36’59, W-6º01’55, arrumbados ya al faro de Avilés, el resguardo que nos proporcionaba Cabo Peñas dejó un mar en calma que con el role del viento al norte-nordeste nos permitió disfrutar de un agradable final de travesía y que hace que verdaderamente sea lo que se recuerde al final del viaje.A las 5 de la tarde nos encontrábamos ya amarrados a los pantalanes de Avilés en donde un club modesto está intentando promocionar la navegación. El único problema con al que se están encontrando es el que nos encontramos todos los que disfrutamos con este medio y son las trabas de todo tipo que nos ponen, tanto la administración como los entes que debían velar por el desarrollo de la náutica, y que nos hacen la vida imposible. La verdad y si se me permite un pensamiento en voz alta, echo de menos la seriedad con que hacían su trabajo y con mucho menos medios, los militares que gestionaban nuestras cosas antes de su traspaso de competencias a marina civil.El puerto de Avilés, que os recomiendo a los que naveguéis por estas costas, tiene la ventaja de que al encontrarse al fondo de una larga ría parece que estemos amarrados en una piscina. Ni un ruido, ni corriente, una tranquilidad total, además de estar a escasos metros del centro de una población amable, con un casco histórico muy rico y cuidado y sin (por desgracia para los avilesinos, por lo que tenía de motor económico) la industria del acero que tanto la afeaba.La idea de pasar la noche y seguir al día siguiente hubo de posponerse. El viento que había ido en aumento desde la tarde anterior aconsejaba quedarse al resguardo del puerto y dejar el paso del Cabo Peñas para mejores momentos.Después de unos días disfrutando de la hospitalidad de los avilesinos y ya con mi cuñada como un tripulante más (dos mujeres con poco espíritu náutico, dos problemas a bordo), a las 9, 30 de la mañana del día 23 largamos amarras del puerto de Avilés con destino a Gijón. El tiempo no era muy estable, con viento fuerte del nordeste, pero confiaba en que nos diese algo de resguardo Peñas y una vez virado llegar en un través hasta Gijón.A las 11 de la mañana nos encontrábamos ya virando el cabo en posición N-43º41’09 W-5º51’38 y con un tiempo mejor de lo esperado con lo cual a las 2 de la tarde estábamos ya amarrados en el puerto deportivo de Gijón en el cual ya nos pudimos asear adecuadamente en unas instalaciones aceptables. Aprovecho para decir que Avilés, pese a cobrar como si dispusiese de todo tipo de comodidades, 18€ para un 38 pies, no cuenta más que con unos cómodos pantalanes.Gijón como siempre acogedora, y más en esos días en que se estaba celebrando el festival de la sidra, bebida asturiana por antonomasia y las calles y plazas del entorno del puerto deportivo que ya de por sí están siempre con un ambiente muy agradable, se encontraban engalanadas al efecto y con un gran espíritu de fiesta.Impensable salir de Gijón y continuar la travesía, de modo que los días siguientes fueron de total descanso y disfrute de la gastronomía asturiana, que no todo va a ser realizar largas singladuras……El sábado 26 a las 11h 45 minutos de la mañana nos dispusimos a realizar el viaje de vuelta. El tiempo parecía estable con un viento del nordeste que no nos ayudaría mucho, pero por lo demás el tiempo parecía despejado.A la 1 del medio día y en la posición N-43º39’15 W-5º46’58 casi rebasando Cabo Peñas y con una velocidad de 5,5 nudos, el viento había subido de forma brusca de modo que más que un barco ya empezábamos a parecer un submarino. La tripulación amotinada desde hacia un tiempo no dejaba de acordarse de mis progenitores (por decirlo de forma fina), cosa por otro lado bastante entendible, dadas las circunstancias, de modo que antes de que se me subiesen a las barbas decido que lo mejor es reducir trapo y entrar en Avilés a dejar el pasaje, librarme de tanganas y salir por la noche cuando las cosas, en teoría se calmasen. Hay que reconocer como justificación de la actitud de los amotinados que el Rasputín no cuenta con capota y la ola pasaba de proa a popa barriendo toda la cubierta, calándonos hasta los huesos y pese a estar en pleno mes de agosto la temperatura no era nada agradable, por lo que cuando a las 15,30 horas amarramos de nuevo en Avilés, la dotación no se molestó ni en esperar a tener el último cabo fijo y abandonaron el barco escaleras arriba sin mirar atrás por si les hacía volver a embarcar.A las 8 de la noche y después de haber comido tranquilamente amarrado en Avilés, hecha sobremesa y compartido café con los colegas de pantalán que siempre entienden nuestros problemas, la luz del atardecer me ve salir de nuevo por la bocana de la barra de avilés. El viento había bajado lo suficiente y la ola tendida permitía un cómodo navegar mientras el sol empezaba a ponerse por el horizonte.Hay a quien no le gusta navegar en solitario. A mi me encanta. Una vez que termino de meter defensas, estibar cabos, reglar las velas y poner el piloto, llega el momento de disfrutar del silencio y la soledad, de prepararse un café bien caliente, de escuchar los sonidos de la marcha, mirar como se aleja la costa, iniciar la agradable rutina de tomar posiciones cada hora, ver como se va metiendo el sol, como empiezan a asomar las estrellas, en fin…. Para algunos este rato de poesía sin duda es una mariconada, así que volvamos a la realidad.Las 12 de la noche a rumbo 275 y en posición N-43º35’44 W-6º32’42 me permiten tener por el través el faro de Luarca, viendo por la popa el faro de Cabo de Peñas y asomando tímidamente el faro de Tapia de casariego. Disfruto de una navegación tranquila, con una ligera brisa y un mar casi en calma que me permiten hacer una marcha de 7.1 nudos sin sobresaltos y me ponen a las 3 de la madrugada en la posición N-43º34’31 W-6º59’43 a poco más de 2 millas de la entrada del puerto de Ribadeo, en donde después de amarrar y tener el domingo para recoger y adecentar el barco, el lunes volveríamos a la rutina diaria, al trabajo, al pensar en nuevas navegaciones, al disfrutar planeando sobre la carta rutas y fondeaderos. Por este año se acabó el disfrutar de las noches en el barco, se impone la triste realidad de cada día a la espera de una dorada jubilación ya que no nos toca una primitiva….

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